Como niños en día de Reyes

Un día como el de los Reyes Magos es para que los niños disfruten, para que jueguen, para que sueñen... Y el Málaga si algo tiene es juventud. Los descarados pupilos de Gracia fueron los encargados de acercar los cuartos de final a Martiricos. Se divirtieron, fueron pícaros, sonrieron... Y eso fue lo que transmitieron a todo el malaguismo.
El 2-0 no es definitivo, pero se le parece. El Levante dio la sensación de importarle poco la Copa, todo lo contrario que al Málaga. En la vuelta se verá qué ocurre, pero estos octavos empiezan bien, muy bien. Además, el Málaga lanza un mensaje claro y es que la derrota ante el Almería no es un síntoma de nada.
Era insultante la media de edad del Málaga de centro del campo en adelante. Y esa impertinencia propia de la juventud provocó que en un partido que comenzó un tanto rancio, acabase habiendo mucha acción. De la buena y de la mala. Lo primero porque se atreven a hacer cosas, son insolentes, retan a quien sea, intentan tiros imposibles o pases que nadie ve. Pero también hay de lo segundo, cuando esa misma inconsciencia hace que pierdas el norte de que estás ante una eliminatoria a doble vuelta y no debes permitirte encajar, jamás (y menos teniendo ventaja) puedes dejar que el partido se convierta en un correcalles. Todo eso pasó en 45 minutos en La Rosaleda.
El primero en animarse fue Horta, loco por meter un gol, tiró a puerta cada vez que tuvo ocasión. Con mejores intenciones que efectividad, todo hay que decirlo. Es el típico futbolista que parece, pero que todavía no es. Quien sí va a ser pelotero y de los caros es Juanpi Añor.
De nuevo titular, el venezolano jugó de mediocentro. Se curte en esa zona, aprende el oficio, pero su sitio es otro, más cerca del área rival, donde verdaderamente marca las diferencias. Así llegó su gol, tras combinar con Samu, recortó a dos defensas del Levante y tomó los centímetros necesarios para armar el tiro y enchufar el balón en toda la escuadra. Una jugada que habría firmado el mismo Isco.
Ya les decíamos que estos jóvenes son lo que son y esa falta de tablas ayudó a que el Levante también gozase de ocasiones. Hasta dos veces tuvo que intervenir Ochoa de manera providencial. Ambas acciones fueron la demostración de que de reflejos anda sobrado el mexicano y también de una buena colocación. Hubo una tercera oportunidad más del Levante, pero en dicha ocasión Xumetra tiró cruzado, lejos del término municipal de Ochoa.
Estaba siendo un entretenido ida y vuelta, sí. Horta volvió a intentarlo con idéntica fortuna y Luis Alberto mandó un balón al palo. A la primera mitad aún le quedaba una de Martins, que cabeceó fuera con todo a favor un gran centro. 
Eso fue en la primera mitad, en la segunda ni siquiera concedieron grandes ocasiones al Levante pero siguieron siendo igual de impertinentes. Juanpi avisó con un tirito, Juanmi cayó tras un contacto con Rodas cuando era el último hombre, Horta probó fortuna buscando un gol desde 45 metros. Luego el propio Horta dio un gran pase de vaselina a Juanmi, que buscó un 'gol a lo Samu' con el exterior de su pie derecho.
Nadie sabía si llegaría un segundo gol o no, pero lo parecía. Lo tuvo Castillejo, que había entrado por su tocayo minutos antes, pero Jesús Fernández le robó en su cara el que habría sido su primer tanto oficial. Después Amrabat (que entró por un tocado Juanmi) reclamó manos en un disparo suyo desde la frontal del área. Preludio de lo que estaba por llegar.
Y el 2-0 llegó, además, adornado por la belleza del pase de Juanpi a Horta y luego rematado con exquisitez por el luso -otro que estrena su cuenta- tras hacerse un autopase para burlar al meta levantinista. Quedaba poco ya en La Rosaleda, absolutamente impregnada del ambiente festivo. Habría sido demasiado descaro que Juanpi hubiese coronado la cita con la vaselina que intentó meter a Jesús desde casi fuera del área...