Despierten, era una pesadilla
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El remate de Roberto de cabeza a la desesperada en el minuto 95 dice mucho de lo vivido y sufrido esta temporada en Martiricos. Pero no hay golpes de suerte en la casa del pobre. Tampoco ayuda en las decisiones claves. Porque hay quien incidirá y con cierta razón en que el desplome llegó con el gol anulado del trencilla. Un nuevo revés que pudo haber dado una ventaja determinante a los de José González.
Cualquier decisión, para un lado o a otro, es clave en un equipo roto. Porque las armas del Málaga son limitadas, muy limitadas. Es por ello, que cuando el equipo asume su situación real y baja al fango para poner toda la intensidad a la que está obligado, la imagen que ofrece es radicalmente distinta a la vista en las últimas jornadas.
Encerrados atrás, sí, con el patadón a seguir como principal recurso, también, pero metidos en el choque y con las ideas más claras que nunca. Lástima que hayan tardado tanto en caer en la cuenta de la cruda situación por la que atraviesan y los golpes de suerte sigan siendo para el lado contrario.
Y eso que el gol de Ideye hizo aparecer en los ojos del malaguismo un finísimo brillo de esperanza. Porque el partido transcurría en un quiero y no puedo del Valencia, incapaz de poner en peligro a Roberto cuando llegó el gol del Málaga. El primero de Ideye, el primero en muchos partidos y La Rosaleda se vino abajo. Necesita muy poco esta afición para explotar de júbilo y el 1-0 inyectaba esa¡e chute de esperanza que tanto se esperaba en Martiricos.
La disciplina que estaba mostrando el equipo costasoleño estaba dando sus frutos. Sin sus dos grandes artilleros, el equipo de Marcelino penaba su falta de mordiente y el Málaga asumía ahora el reto de gestionar una ventaja en el marcador. Tras el descanso, alentados por la situación, se acercó a la meta de Neto más veces que en toda la primera mitad. Cada jugada era peleada hasta la extenuación y el Valencia no lograba soltarse el mordisco que le había dado ele cuadro blanquiazul.
Peor pudo ponérsele si el colegiado no hubiese estado tan riguroso, por no decir errático, a la hora de señalar falta de En-Nesyri en el salto múltiple previo al gol de Diego González. Vio falta del delantero marroquí y, por lo tanto, la diana del zaguero no subió al marcador. Quizás, la jugada clave del choque.
El Málaga se defendía panza arriba y el Valencia parecía no encontrar la forma de meterle mano. El entramado daba sus frutos, pero como si de una auténtica pesadilla se tratase, el equipo sufrió dos mazazos en apenas cinco minutos. Marcaría Coquelin de cabeza para empatar y Parejo pondría la puntilla desde el punto de penalti tras una pena máxima clara de Ignasi Miquel sobre Rodrigo.
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