Sísifo regresa más de una década después
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GALERÍA. Los rostros del descenso
Sísifo, rey de Corinto, fue castigado por los dioses en la Grecia Clásica, por engañarlos. La labor, empujar una roca por una empinada montaña cuesta arriba, de manera que la piedra siempre rodaba hacia abajo sin instalarla en la cima. Sísifo emprendía una y otra vez la labor, como el Málaga por retomar la élite cuando caía. En la historia reciente, como Málaga Club de Fútbol, sólo había descendido una vez. Antes fue más frecuente.
En 2006 consumó su último descenso a Segunda el Málaga CF. Dos años duró la travesía con la roca, montaña arriba. De alguna manera, Sísifo es la afición del Málaga. Porque quienes dirigen o quienes juegan van cambiando cada poco. Aquel descenso derivó en la venta del club por parte del Grupo Zeta a la familia Sanz, que tenía lazos familiares a través de Fernando, capitán del equipo que descendió. Pasó de jugador a presidente sin transición en una pretemporada en Huelva.
Aquel Málaga estaba en una situación económica mucho peor que ahora, aún concediendo las tribulaciones que pueda haber en la actualidad. Zeta había exprimido al máximo al club y lo había dejado en el esqueleto antes de vender. Vino la Ley Concursal, por la que el club entró en un concurso de acreedores. Hubo momentos en los que se aparecía el fantasma del desaparecido Club Deportivo. La coyuntura actual es distinta. El Málaga tiene una red que cubre LaLiga Santander garantizando parte del presupuesto que se tenía antes del descenso. Hay más ingresos de televisión y se percibe más estabilidad económica, dentro de la zozobra del desgobierno de la última etapa Al-Thani.
Se recuerda el ascenso de 2008 tras ganar al Tenerife, pero seguramente tuvo más importancia, porque era evitar caer al abismo, aquella salvación de 2007 en la que se sudó sangre para ganar al Vecindario, modesto equipo de Gran Canaria que estaba entonces en Segunda. El proyecto de Marcos Alonso duró poco y Sanz captó a Muñiz, que brillaba con el Marbella en Segunda B, para evitar la caída a la categoría de bronce, de consecuencias imprevisibles. Clubes de parecido o mayor pedigrí que el Málaga, como el Zaragoza, el Mallorca, el Racing o el Valladolid, han caído en la ciénaga y ahí siguen atrapados. Es un buen ejemplo para recordar que la Segunda es dura, muy dura. Y seguramente que con más nivel que a mediados de la década pasada.
El paso fue reclutar a veteranos comprometidos, gente de mediana edad con hambre y un importante retén de jóvenes de la cantera, mezcla de los héroes juveniles de Cambrils y los restos de aquel filial maravilloso que estuvo dos temporadas en Segunda División poco antes. Muñiz, con el que se ha coqueteado una vez el equipo enfilaba el descenso aunque no haya visos de que pueda venir, salvó al equipo en la primera temporada y salió como una moto en la siguiente para coger impulso y regresar a la élite. Nombres como Antonio Hidalgo, Carpintero, Weligton, Baha o Apoño no generaron presentaciones multitudinarias. Ni falta que hacía. Pero consiguieron ayudar a que Sísifo descansara más de 10 años.