Victoria estéril el día del plebiscito

Qué largas se van a hacer estas semanas que aún faltan hasta el 20 de mayo cuando la temporada 2017/2018 ponga su punto y final. Los partidos, lo que ocurre en el verde, no interesa, el Málaga está en Segunda y queda por ver de lo que es capaz el equipo hasta la jornada 38 y si sumará alguna victoria más como la lograda ante la Real Sociedad. Inesperada y sorprendente, pero tan amarga y estéril como todo lo que resta por jugar.
El choque ante el cuadro vasco, el primero tras consumarse el descenso de categoría, dejó un triunfo inútil ante un equipo ciertamente relajado que rompe su racha sin perder de la mano de Alguacil. Marcaron Adrián y En-Nesyri, pero eso ya lo saben. El espectáculo, lo ciertamente trascendente, estaba ocurriendo en la grada, con las protestas de los aficionados y los continuos cánticos en contra del presidente, directiva y jugadores.
Quizás todo esto llega tarde, pero la grada arremetía contra los jugadores y pitaban incluso los goles. Las buenas formas y los apoyos han pasado a mejor vida y tocaba el turno de soltar toda la bilis. El estadio fue un clamor contra los suyos. Un ambiente enrarecido que debería haber beneficiado al rival, pero sorprendentemente, la Real no quiso aparecer en La Rosaleda.
Fue un encuentro insulso donde el Málaga marcó sus dos goles  en la primera mitad y después fue incapaz de llegar a la portería de Rulli. Peor fue la versión del rival, que apenas puso a prueba a Roberto. Los cambios del técnico donostiarra hicieron más mal que bien a los suyos y de eso sacó tajada el Málaga.
El partido quedará para la estadística como el de la segunda victoria de José González, quien se mostró especialmente activo con sus futbolistas, a los que no paró de corregir. Un choque donde se salvaron pocos futbolistas del clamor popular y que sirvió para señalar a los que el socio cree culpables. Lo peor de todo es que aún quedan dos encuentros más en La Rosaleda, ante Alavés y Getafe, y todo indica que la historia irá por los mismos derroteros.