Un puñal directo al corazón
El fútbol no es una ciencia exacta y tampoco entiende de justicia. Lo que importa son los puntos, y este sábado el Málaga no sumó ninguno en una Rosaleda entregada y casi a rebosar (0-1). Y no porque no lo mereciera, que lo mereció, sino porque no acertó en las innumerables ocasiones que dispuso. Sí lo hizo el Mallorca en la única oportunidad que tuvo en la segunda parte, ya en el tramo final. Un puñal directo al corazón para un equipo que quería alargar el efecto Víctor (en su estreno en Martiricos) y que perdió contra un rival directo en la pelea por el ascenso.
Salía Víctor Sánchez del Amo con el mismo once que dispuso la pasada jornada ante el Alcorcón. Debió acabar satisfecho el madrileño con el trabajo de sus jugadores en su estreno como entrenador blanquiazul, y decidió no cambiar nada. Lo que funciona no se toca, se suele decir. Y arrancó bien el Málaga, presionando muy alto y con un Ontiveros que cada vez que recibía el balón volvía loca a la defensa bermellona. No lo podían parar y en una de sus internadas fue objeto de un claro penalti, en el minuto 7, pero Pérez Pallas no se atrevió a señalar la pena máxima pese a estar muy cerca de la jugada.
Ocasiones para ambos
Llegaba más y con más peligro el conjunto malaguista, volcado desde el primer minuto en busca del gol. Pero el Mallorca también supo meter miedo con una clarísima ocasión de Budimir tras un mal despeje de Lombán. Salvó Munir el mano a mano y el 0-1 con una parada de las que dan puntos y pueden decidir partidos. El susto no intimidó al Málaga, que siguió buscando con ahínco la portería de Manolo Reina. Blanco Leschuk y Adrián pudieron estrenar el electrónico, pero no acertaron en sendos remates a centros del omnipresente Ontiveros.
Pasaron muchas cosas en los primeros 25 minutos y luego bajó algo el ritmo. Era normal, porque la intensidad del arranque era difícil de mantener durante tanto tiempo. Pero el partido seguía siendo bonito y con ocasiones por ambos lados. Blanco Leschuk se fabricó una y disparó alto desde la frontal, y Dani Rodríguez puso de nuevo a prueba a Munir con un tiro a la media vuelta que el meta melillense sacó con una buena mano. Dos equipos valientes que se marcharon al descanso sin ver puerta, no por falta de llegada sino de acierto.
Una marcha menos
El paso por los vestuarios amansó tanto al Málaga como al Mallorca, que salieron con bastante menos fluidez y lucidez, con una marcha menos. Se retiró lesionado Ricca, que ya al descanso se fue cojeando y con gestos de dolor. El uruguayo se marchó en el 54' echándose la mano al tobillo izquierdo y Diego González ocupó su lugar. Con más empuje que fútbol los de Víctor volvieron a encadenar varias llegadas con peligro por ambas bandas, pero todas las acciones se quedaban en el 'uy' por falta de remate o por falta de acierto, con una que que tuvo Ontiveros con su clásica diagonal hacia dentro y posterior derechazo.
Las más clara llegó en el minuto 75, un disparo envenenado de Adrián que hizo una parábola difícil para Manolo Reina, pero el trabuqueño voló y salvó a los suyos con una mano espectacular. Se reactivó el Málaga en el tramo final con Ontiveros casi siempre como protagonista. Blanco Leschuk pidió un penalti en una disputa de espaldas con un rival y La Rosaleda clamó contra el colegiado, que no lo señaló y mandó seguir. Siguió creando peligro el Málaga hasta que en el minuto 87 llegó el jarro de agua fría. Una jugada de tiralíneas del Mallorca acabó en gol de Leo Suárez, que silenció Martiricos. No estuvieron bien Cifu, Lombán y Diego González en la acción, y los bermellones aprovecharon la única llegada realmente clara de la segunda parte para llevarse tres puntos de oro de La Rosaleda (y el golaverage). Se pone cuarto el Mallorca y se queda sexto el Málaga con esos 58 puntos, pero pierde colchón y el Dépor ya está a uno (séptimo).