La historia de Adrián, el malaguista al que perder 86 kilos le ha cambiado la vida

El Málaga CF cuenta esta temporada con unos 18.500 abonados. Uno de de ellos es Adrián Pulido Henares, un malaguista empedernido de 29 años al que le ha cambiado la vida en los últimos meses de manera radical, y para bien. Una operación de estómago ha devuelto la sonrisa a este joven malagueño, que ahora disfruta de la vida como hacía mucho tiempo que no ocurría. Todo cambió un 16 de enero. Ese fue el día en el que Adrián pasó por el quirófano, una intervención que ha marcado un antes y un después en su día a día a todos los niveles, en lo personal, en lo profesional...

"He perdido 86 kilos, primero perdí 20 por una mala racha, y después de la operación el resto. Llegué a pesar unos 156 kilos y ahora estoy en unos 70. Ha sido en muy poco tiempo, en siete u ocho meses. Me operé en una clínica privada porque la Seguridad Social siempre decía que había gente peor, más mayor... Ahora me ha cambiado el metabolismo, no sigo una dieta severa, pero tampoco tengo apetito para más, como muchas veces porque tengo que comer. Ha sido un cambio tremendo, aunque tampoco es que comiera tanto antes, era una enfermedad", explica el aficionado blanquiazul, que en cualquier caso siempre ha estado ligado al deporte, jugando al fútbol, entrenando a niños (ahora lleva al Prebenjamín B del Romaluz), siendo monitor de pádel...

Pero lo más importante para 'Adri' es que es mucho más feliz en esta nueva vida: "Me ha cambiado la vida totalmente. Para todo, en el tema laboral, en la salud, en el tema personal, íntimo... La apariencia es mucho, yo no iba a la playa ni a casi ningún lado aunque fuera dicharachero. A veces en los partidos de fútbol me insultaban, ahora me río. O iba a comer a algún sitio y la gente me miraba mal. Son situaciones en las que se pasa mal. Ahora es otra vida. Tengo una talla 38 de pantalón y antes tenía una 64. Antes usaba las camisetas de talla 5XL y ahora tengo una S o una M. De pie, tenía un 43 y ahora un 41. Son cambios en todo. Mucha ropa ni me entraba...".

La decisión de su vida

Llegó un momento en el que Adrián dijo basta y decidió tomar medidas: "Uno en esos momentos se refugia en sí mismo y lo paga con los demás, con la gente que te quiere. Eso es una enfermedad, que quede claro. Igual que las drogas, aunque eso sea más grave. Es muy difícil salir de ahí, mira que yo he hecho deporte, me he puesto a dieta infinidad de veces. Mis padres me ayudaron y di el paso, se los agradezco eternamente. Llegué a un límite en el que estaba deprimido, hasta con mi mujer hubo problemas. En un momento dije 'tengo que cambiar'. Lo hice, me operé y ha cambiado todo para bien".

Y espera que su caso sirva de ayuda a gente que está pasando por lo mismo que él pasó, pues considera que hay mucho desconocimiento: "Ahora me siento como una persona más, antes no. Antes me creía que la gente se reía de mí. También hay personas con maldad, buscan lo fácil a veces y se ríen de ti. Son cosas que afectan aunque parezca que no. Quizás no lo sepan, pero lo llevas por dentro como un veneno. Y hay mucho desconocimiento sobre el tema. Yo, a todo el que pueda ayudar, lo ayudaré".

Preocupado por 'su Málaga'

¿Y cómo ve Adrián la situación del Málaga? "Sufriendo como siempre. Creo que todo se acabará arreglando, no creo que ocurra lo que ya pasó. Espero que haya salida. Imagínate con el niño...". Y es que su hijo Juanlu, de siete años, es socio desde que nació y ha heredado ese malaguismo hasta la médula. "Nació el año de la Champions, tenía ocho meses cuando fui a ver el Oporto-Málaga. Estoy orgulloso de que sea del Málaga. Le gusta el fútbol en general, pero su sentimiento es malaguista. Ahora hay más gente del Málaga que antes, todo lo que sea sumar bueno es. Yo llevo 16 años de socio, desde los 14".

Esta es la historia de Adrián Pulido Henares, un joven al que perder 86 kilos le ha devuelto la felicidad. "Cuando lo pienso, mi vida ha cambiado en todo", dice. Lo importante es que lo ha hecho para bien. Su sentimiento por el Málaga nunca había menguado, pero ahora puede ir a La Rosaleda y a cualquier otro sitio siempre con una sonrisa en la cara, algo que parece tan simple pero que ocasiones, ante problemas como el que él ha tenido, no lo es.