Matar a este Málaga no va a ser tan fácil

Lo de este domingo era ganar o ganar. Varios de los rivales directos en la zona baja lo habían hecho previamente y la soga ya estaba en el cuello. Costó y de lo lindo ante un rocoso Numancia que se adelantó pronto en el marcador y que supo jugar sus cartas. Pero este Málaga CF sigue levantándose y superando las adversidades porque tiene amor propio y alma. No quiere caer al pozo de la Segunda B. Al menos en lo deportivo. En lo institucional, tampoco debe ser fácil matar a un club con una afición detrás como esta. Suya es buena parte de la remontada, que la inició Sadiku con un tanto de penalti y la culminó, quién si no, el capitán Adrián.

Salía Sergio Pellicer con tres cambios en el once. Ismael Casas, Lombán y Antoñín entraron en la alineación por Cifu, que fue uno de los últimos descartes, Juande y Dani Pacheco. Además, el técnico cambió de esquema y optó por un 4-4-2 con Hicham tirado a la izquierda, Juanpi a la derecha y Antoñín en punta junto a Sadiku. La medular, para Adrián y Luis Muñoz. La cosa no pudo empezar peor. El Numancia sabía a lo que venía a La Rosaleda y en el minuto 16 se adelantó por medio de Escassi. Tuvo que ser el malagueño, libre de marca en una falta lateral botada por Aguado, el que diera el primer golpe a un Málaga nervioso que no demostraba sobre el verde la imperiosa necesidad de ganar.

No le pudo salir mejor el plan al conjunto soriano, que esperaba atrás con orden y trata de aprovechar las dudas de los locales cuando pudiera. Más que de juego tiró de amor propio el Málaga, pero más allá de alguna caída a banda de Antoñín o que el errático Hicham intentara desbordar, nada de nada. En la medular, Luis Muñoz trataba de dar sentido cuando la tenía con un Adrián invisible a su lado que ni sumaba en ataque ni en defensa. La más clara fue de Juanpi tras un rechace en el área, pero el venezolano no llegó a rematar cuando lo tenía todo para hacerlo. Con ese panorama se llegó al descanso entre pitos del respetable.

Otra cara tras el descanso

Tras la reanudación, un larguerazo de Aguado en una falta lateral volvió a meter el miedo en el cuerpo al Málaga, que cambió de esquema. Hicham se tiró a la derecha y Antoñín a la izquierda. Hizo daño el canterano por ese costado, y precisamente un buen pase en profundidad suyo acabó en un penalti a Juankar que transformó Sadiku. Ya lleva diez el albano.

Se vino arriba el equipo, liberado con ese tanto, pero no aprovechó el arreón de justo después y poco a poco se volvieron a igualar las fuerzas. Pellicer quería el partido y dio entrada a Tete Morente y Dani Pacheco. El primero, que debutaba, tuvo una muy clara en el minuto 75, pero Dani Barrio le achicó bien y la jugada quedó en un sonoro '¡uy!'. Se llevaba las manos a la cabeza el gaditano a sabiendas de la gran oportunidad que tuvo en sus botas.

Era el momento de La Rosaleda, que apretó en el momento más importante, cuando se partía de verdad el bacalao. No pudo haber mejor regalo para esas gargantas que el gol de Adrián en el minuto 90. El capitán recogió un rechace en el área y la empaló con su pierna mala, la derecha, y con el alma. Tres puntos de oro. Aire fresco y oxígeno para un equipo que sigue intentando abstraerse de todo lo que rodea al club para sellar cuanto antes la permanencia sobre el césped.