El ejemplo de Aarón Ñíguez: "Regañé a mi hermano Saúl por no firmar autógrafos"
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A Aarón Ñíguez la vida le está poniendo barreras para volver a disputar un partido profesional. Se quedó sin ficha en Malasia y, cuando regresó a España, el Lugo no pudo hacérsela después de entrenar varias semanas en tierras lucenses. El Málaga le echó el ojo y el guante pero, desafortunadamente, la crisis del COVID-19 ha obligado al fútbol a parar y a Aarón, en lo personal, a quedarse con la miel en los labios. "Para mí ahora entrenar es la Champions League", resalta en una entrevista en Málaga Hoy Aarón, alguien que llegó desde abajo y que entiende la importancia que tiene un futbolista en muchas facetas.
"Regañé a mi hermano Saúl por no pararse a firmar autógrafos. Cuando empezaba y no jugó un buen partido y podía estar cabreado le dije que tenía que firmar a la gente. Porque hemos sido niños. Cuando era niño Rubén Baraja me ayudaba en todo y una vez me trajo las botas de Aimar. Un simple gesto era algo espectacular. Esto ha sido una cadena, primero de mi hermano a mí y ahora, ambos a Saúl. Queremos que se recuerde por buen futbolista pero también por ser gente cercana y humilde, con los pies en el suelo", detalla.
Como hombre de cantera, sabe el impacto positivo que tiene en los clubes que aparezcan chicos desde abajo: "El joven tiene que apretar y trabajar porque nunca sabes cuándo te va a llegar la ocasión. Ahora mismo los que están con nosotros tienen que comerse el mundo. Si fuésemos 25 profesionales habría más competencia y sería más complicado. Antoñín es el mejor ejemplo para todos. El fútbol da muchas vueltas. Ojalá lleguen más 'Antoñines', que eso es lo más bonito del fútbol".
La importancia de las pequeñas cosas
"Le doy mucha importancia a los entrenamientos desde que me lesioné en 2009", cuenta Aarón, que recuerda los momentos difíciles que pasó su padre, también futbolista, en el inicio de su carrera: "Hasta los 17 años que le hicieron contrato profesional iba por las mañanas a la obra, entrenaba y luego volvía. Yo entrenaba con Joaquín, Villa o Mata y no le daba importancia. Ahora voy a entrenar y soy un niño feliz".
"La Champions League para algunos clubes es un play off. Cada uno tiene que saber en el sitio que está. No se puede equiparar uno con el Madrid. Cuando el Málaga estuvo, pues sí que podía soñar y por eso llegó donde llegó. Aquel Málaga era brutal, todo el mundo se reconoce un poco ahí y se hizo un poco malaguista", reconoce el ilicitano, que sueña con debutar al fin de blanquiazul: " El último partido fue espectacular. Me recordó cuando estaba en el Oviedo, Tenerife y competía. Pellicer me transmite tranquilidad, confianza y cuando toque, a ponérselo difícil. Llegué a un gran club, con grandísimos jugadores".