Del subidón al bajonazo

El Málaga CF se ha quedado sin argumentos para explicar qué demonios ocurre cuando juega en La Rosaleda. Rebuscó Pellicer acicates intangibles, como tocar la patata de los futbolistas con cánticos por megafonía o atronar la previa con música a todo trapo. Nada sirve cuando defiendes tan sumamente mal como lo hizo el equipo ante un Zaragoza que ganó (1-2) su primer partido del curso fuera de casa. Fugas incomprensibles que pusieron el triunfo en bandeja a los de JIM, solventes en acierto y liderados por un gran futbolista como es Eguaras. Doloroso paso atrás del Málaga, que si bien es cierto que acortó en la recta final con un golazo tremendo de Luis Muñoz, volvió a ser un equipo caracterizado por esos dientes de sierra que no le permiten ser regular en los últimos meses. Del subidón de Santo Domingo al bajonazo de La Rosaleda.

Un estadio que se encontró con una primera parte movida, iniciada con el mazazo del tanto de James Igbekeme. La defensa, a verlas venir, reculó para permitir el centro desde la derecha, el control en el área de Narváez, giro incluido, y también el cabezazo en boca de gol de un futbolista que no supera el 1,70. Tres centrales para que te hagan ese gol, ciertamente incomprensible. No se repuso mal, de todos modos, el Málaga. El más insistente fue Yanis, que comenzó jugando a banda cambiada y que fue por el otro costado por el que avisó con un latigazo que tras un rebote besó el palo de Ratón. Algo de picante delante, un solar detrás. En el 23' Narváez perdonó delante de Soriano después de recibir un pase filtrado desde el centro del campo que se coló entre Alexander e Ismael. Un servicio raso, teledirigido... pero suficiente para que Narváez desperdiciara un mano a mano.

De un rematito de Caye se pasó a una buena ocasión de Alexander, mejor en ataque que en defensa, y un testarazo precioso nuevamente de Caye que obligo al lucimiento de Ratón, de nuevo efectivo en un achuchón llegando desde atrás de Yanis. Ocasiones malaguistas, aunque las más claras fueron del Zaragoza. Vigaray construyó un jugadón por la derecha -Cristo ni se enteró- y Alegría entristeció la jugada no remachándola en el área pequeña. El 0-1 parecía incluso hasta buena noticia, más aún cuando Vigaray hizo el 0-2 justo antes del descanso. Centro lateral y cabezazo franco del lateral maño, con poca oposición alrededor. Fallo en la marca y a remar por partida doble.

Pellicer agitó desde el banquillo dando entrada a Matos (por Cristo) y a Joaquín (Alexander) para quitar la línea de tres y buscar un plan heroico. Un intento de remate de escorpión fue el primer aviso de la segunda parte para un Málaga más incisivo. El Zaragoza prefirió vivir de la renta y de algún zarpazo a la contra, un buen plan porque el Málaga no era capaz de construir ocasiones claras de gol. Regresó Adrián González al verde de Martiricos a falta de 25 minutos sustituyendo a un Igbekeme que, además del gol, cuajó una gran actuación. Tiene cosas el chaval, que si tuviera trenzas y gafas recordaría al mítico Davids.

De una salida obligada fuera del área de Juan Soriano nació una opción clara para el 0-3. Francho empaló de primeras desde muy lejos e Ismael Casas pudo llegar a tiempo para evitar la sentencia tras el primer intento fallido de Luis Muñoz. Chavarría tuvo la oportunidad para el 1-2 con un cabezazo en buena posición que mandó por encima del larguero, para entonces el Málaga apeló al desvarío táctico como solución. En esas Luis Muñoz marcó un auténtico golazo a falta de ocho minutos con un latigazo desde fuera del área que se coló por la misma escuadra de ratón. Un gol sublime que no sirvió de nada porque, por mucho que los cánticos se escuchen por megafonía, nada se parece a un estadio boca abajo en busca de un gol sobre la hora. La vida sigue igual en La Rosaleda, un estadio de luto desde hace meses.