Las palabras envejecen casi más rápido que los partidos de fútbol, que ya es decir. Y menos mal. En mayo, con el Málaga haciéndose el cuerpo para Primera Federación, este medio publicaba un artículo titulado: "Pros y contras de la continuidad de Pellicer". Había motivos para no confiar en él y los había también para confiarle el puesto en la reconstrucción del club. Mucha gente lo compraba y mucha había que no.
El castellonense se quedó, Loren Juarros le armó un proyecto repleto de jóvenes y aderezado con jugadores con experiencia y, entre lógicas dudas con la confección de plantilla, el justito reparto de fichas, la plaga interminable de lesiones y el bache de malos resultados en casa, el Málaga no está tan mal. Sino todo lo contrario.
Ha recuperado la autoestima porque no ha dejado nunca de competir puntuando. El equipo, capaz de ganar en un malísimo partido en Mérida y de no hacerlo tras asediar al Sanluqueño, marcha tercero en el Grupo II de Primera RFEF, con 35 puntos y a cinco del Castellón y el Ibiza. Diez victorias, cinco empates y dos derrotas. Un ritmo de equipo de ascenso directo si no existieran estos dos cabezas de serie tan difíciles de tambalearse.
La victoria taquicárdica ante el Algeciras fue una oda a El Último Superviviente. El Málaga fue como Bear Grylls en el desierto, durmiendo en el interior de un camello muerto, administrando un litro de agua al milímetro y caminando bajo un sol seco con un esguince de grado dos en el tobillo. Pellicer, que este domingo eligió estar en el banquillo pese a que enterraban a su padre, fue el alter ego de Bear Grylls. Con diez bajas y dos expulsados, rozando la alineación indebida.
Leí una vez que en este mundo donde todo va demasiado deprisa, lo único que puede salvarnos es la paciencia. En un deporte donde hay tanta dependencia al ahora, al ya de ya, al cortoplazismo, creer en un proyecto reconforta. La idea de Loren Juarros ha calado. Más si da frutos de inmediato y hasta cuando las adversidades no han parado de zancadillear.
La plantilla del Málaga ha dado un paso adelante, no solo esa unidad 'B' como nos gusta denominar en el gremio periodístico, sino hasta los zagales que tienen edad para trasnochar en una biblioteca estudiando para el examen de geografía en lugar de irse a dormir con los gemelos subidos por haber jugado en La Rosaleda delante de 20.000 personas. Izan Merino (17), Aarón Ochoa (16) y Antoñito Cordero (17) han vuelto a recordar que la cantera malaguista es siempre un gasoducto de talento. La gestión de Pellicer en la confianza y el timing con los jóvenes ha sido importante y, de momento, acertada.
Decía Pellicer que las Navidades vendrán bien para reflexionar, pero que se queda con los 35 puntos que ya nadie le quitará al Málaga. "Rozamos casi el sobresaliente por todas las situaciones que nos hemos encontrado, gente nueva, lesiones, jóvenes, lo que pesa este escudo…", reflexionó el domingo noche. Lo de poner notas siempre da para debate.
El entrenador malaguista tiene sus detractores, tiene su nicho de malaguistas a los que no convence con su propuesta de partido, su falta de autocrítica o su perfil bajo. Tiene también sus admiradores o a los que están en su barco con mayor o menor intensidad. Tiene a los que simplemente lo ven como un entrenador puente, de presente pero no de futuro, que conoce la casa y su cantera y que para Primera RFEF está bien, pero ya está. Tiene sus pros, tiene sus contras.
"La gente miente, las cifras no", como dice una canción de Cruz Cafuné. El barro de Primera RFEF no admite a sibaritas del buen juego -lo que no quiere decir que se le deba exigir el máximo al Málaga, un coco de la categoría-. De momento, se aferra a esos 35 puntos y el tiempo seguro que dejará de lado cómo se lograron, si jugando con la superioridad del Manchester City o con la mediocridad de un equipo de segunda regional.
¡Pero con cuidado! El Córdoba se marchó líder en Navidad y acabó pinchando las cuatro ruedas en la segunda vuelta de la campaña anterior. Nada que celebrar, mucho que valorar y más todavía que mejorar. Loren se prepara para los más que necesarios fichajes de invierno, Pellicer reseteará planes de partido y rezará para que las lesiones le dejen trabajar un poco en paz. Porque la inyección de 'Pellicerina' pudo curar una mala racha, pudo resucitar sonrisas tras un descenso, pero llegará un momento en que puedan agotarse las provisiones.