Cientos de uruguayos desafían bajas temperaturas para animar a la Celeste
Desde primera hora de la mañana, los hinchas se acercaron a esta explanada portando bufandas, gorros o banderas y armados de sus termos y mates -para consumir la bebida caliente típica del país-, aunque alguno se decantó por ver el juego con una cerveza sin importarles que el partido empezara a las 9.00 de la mañana hora local (12.00 GMT).
Hasta a la réplica de la mítica estatua del David de Miguel Ángel, que corona esta plaza desde 1958, se le vistió con el uniforme oficial de la selección uruguaya, que no se le quitará hasta que culmine el Mundial.
Los aplausos y pitidos de los coches que pasaban por 18 de julio, avenida principal de la ciudad en la que se encuentra la plaza, hacían resonar el lugar cada vez que los uruguayos se acercaban al arco de Egipto.
Pero la ciudad entera vibró con el primer y esperado gol del partido que llegó gracias al cabezazo de José María Giménez en el minuto noventa, diana que rompió la mala racha que llevaba la Celeste en partidos inaugurales de Mundiales, ya que desde 1970 no lograba ganar el primer juego.
"Se siente la garra charrúa y estando todos acá alentado por la Celeste. Es lo más lindo. Es como sentirse en familia", explicó a Efe Fernando Pastorino, quien se desplazó a la Intendencia de Montevideo junto con su novia y su perro.
El fanatismo de esta pareja llega hasta tal punto que hasta su mascota, Milú, llevaba la camisa oficial del delantero Edinson Cavani.
Sofía Sapio, la novia de Pastorino, detalló que, para ella, ver el Mundial con frío no es un inconveniente, pero que cuando vio que ayer por la noche estaba lloviendo casi cancela la excursión a la explanada.
Muchos otros optaron por ver el partido de inauguración desde este sitio antes de ir al trabajo.
Este fue el caso de Ateneo Pedroso y de sus colegas, quienes explicaron a Efe que hoy el Abitab -red local de pagos y cobranzas de Uruguay- que está frente a la Intendencia abrirá después de que termine el juego.
Ideología que también compartieron los taxis que se encontraban en la parada de la plaza, pues decían estar "fuera de servicio".
El que sí trabajó durante el partido fue Pablo, quien desde primera hora de la mañana se dedicó a vender banderas.
"Estoy tratando de vender para que la gente se emocione, esté con su bandera, con su bufanda, todos alentando a Uruguay", declaró a Efe el feriante.