¡Allez les bleus!
Acabó el Mundial de Rusia, cita tremenda que nos deja muchas enseñanzas, no demasiado espectáculo y una evidencia que va a acusarse más en Catar: Sólo Brasil puede discutir hoy en día el tiránico dominio europeo. Italia, España, Alemania y Francia se han sucedido como campeonas desde 2006 y nada hace indicar que Europa vaya a perder su hegemonía, que Uruguay y Argentina se vayan a colocar a corto plazo como candidatas reales a ganar un Mundial o que por fin llegue el momento de las selecciones africanas.
Rusia ha sido testigo del triunfo del talento y del músculo de Francia, del corazón de Croacia, de la velocidad endiablada de Bélgica, del ridículo del gran Neymar y del ocaso del tiki taka de Alemania y de España. También ha sido testigo, ojo con esto, de la última gran oportunidad mundialista de Messi y Cristiano, que ya no llegarán en plenitud, si llegan, a 2022.
La final no fue ninguna maravilla. Entretenida, sí, por los goles, pero corta de nivel. Ver la final dolió. Faltaba España, selección, a todas luces, mejor que Croacia, pero para estar hay que querer, y España no quiso.
Los rusos organizaron un campeonato, pese a las dudas, ejemplar. Todo salió bien a pesar de las distancias, de los miedos iniciales y de las amenazas de los ultras. Rusia fue un ejemplo de organización, amabilidad en el trato y modernidad en sus estadios. Rusia, claramente, mejoró en mucho el Mundial de Brasil y el trato de los brasileños.
Creo, a pesar de las dudas en algunas jugadas, que el VAR es un éxito y un paso adelante para el fútbol, que España no debe abandonar su esencia futbolística y que tenemos que aspirar a organizar el Mundial de 2030. Ya hablaremos de ello, pero la RFEF lo va a intentar, estoy seguro.
Allez les bleus!!