Molina y Rubén montan una fiesta
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Pero el Betis, y es mucho, fue incluso más que Rubén y Molina ante el Valladolid. Porque brilló en conjunto, brilló con firmeza y brilló en su autoridad. La que tuvieron N'Diaye y Lolo Reyes en la medular, la que tuvo la defensa, segura y cómoda en todo momento, y la que tuvo Pepe Mel, que diseñó un plan que ahogó al Valladolid de inicio a fin, que lo anuló y convirtió el partido en un monólogo entretenido a la par que atrevido.
El Betis salió muy metido en el partido... y en el campo contrario. El conjunto de Pepe Mel, con un par de cambios en la alineación (entraron Pacheco y Reyes con respecto a Miranda de Ebro), superó al Valladolid de entrada haciendo lo que le gusta, jugar cerca de la portería contraria, robar arriba, coger desprevenido al rival e intentar machacar por medio de sus valiosos rematadores, Jorge Molina o Rubén Castro. El centro del campo, con Lolo Reyes y N'Diaye, entendió que lo que tenía que hacer era empujar al equipo hacia arriba por medio de la presión, por medio del achique, impedir que los jugadores pucelanos tocaran la pelota con comodidad y robo a robo, presión a presión, aprisionó al rival en su propio campo. Salió a veces, sí, y pisó área el Valladolid, y con peligro, porque lo tienen también sus atacantes, Pereira y Óscar, pero la realidad es que el protagonista del partido fue el Betis casi en todo momento, y gozó de ocasiones para plasmarlo en el marcador. Jorge Molina canalizaba casi todo el peligro en sus metros finales y hasta reclamó un par de penaltis. Pero en todo caso encontró justicia el alcoyano en un auténtico golazo que adelantó a su equipo. Un balón largo sin aparente peligro cogió a la zaga castellana por sorpresa y un pase de Rubén y un enorme remate de Molina de volea hicieron el resto.
Siguió el equipo verdiblanco con la misma tónica y el mismo plan tras el descanso, y el plan no podía más que funcionar porque cuando el Betis juega arriba, se erige protagonista del encuentro con la pelota y hasta sin ella, tiene piezas que aumentan su brillo. Fue el caso esta mañana de los delanteros, pero también Portillo, Pacheco, y hasta N'Diaye y Reyes estuvieron más 'alegres' en ataque. En uno de esos constantes merodeos del Betis cerca del área rival apareció el canterano malaguista llegado en enero para trenzar otro magnífico gol, tanto por su picadita para habilitar a Rubén Castro como por la ejecución del canario, que por fin se reencontró con el gol tras un mes y cumplió su bonito centenario de tantos.
El 2-0 aclaró definitivamente el partido, si es que hacía falta. Cuando intentó el Valladolid irse un poquito arriba e intentar, pues no lo logró, meter miedo, respondió el equipo verdiblanco con más dosis de ataque y de fútbol. Pacheco y Portillo hacían diabluras arriba, alguna casi acaba en golazo de bandera tras combinaciones con Rubén Castro y Jorge Molina. Eso pasaba ya en igualdad numérica, pero se extremó aún más cuando Javi Chica, qué casualidad, se autoexpulsó de forma absurda y dejó a su equipo con diez y el partido cerrado. Ya había sido el Betis superior técnica y tácticamente, en los últimos 20 minutos también numéricamente.
Y entonces llegó la fiesta. Dos goles de Rubén para que se reencontrara, para que consumara su centenario, jugadas de tiralíneas y una grada gozosa en una mañana de disfute. El Betis se da un festín en una mañana de gala y pone la tabla de Segunda división en orden, en su orden, el orden que empieza a establecer el equipo verdiblanco en esta categoría para abandonarla lo antes posible.