Una 'Alegría' incompleta en un partido de manicomio
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Locura, intensidad, chispa, etc. Trepidante envite entre Real Betis y Granada que terminó en tablas. Los de Jémez se pusieron 0-2 en el marcador pero este conjunto bético no es de los que entregan la cuchara a las primeras de cambio. Reacción antes del descanso en una meritoria actuación de Álex Alegría. Dos tantos del extremeño en su debut en el Villamarín. En el tumulto, Adán paró un penalti, Rúben Vezo se fue a la calle por doble amarilla y un punto que sirve a los de Heliópolis para activarse de cara al derbi del próximo martes.
Gustavo Poyet volvió a apostar por el mismo once que consiguió la primera victoria de la temporada en Mestalla. Para que tocar lo que funciona. Eso pensaría. Sin embargo, el titubeante comienzo le hizo cambiar de parecer. Marcos Álvarez recogió el testigo dando entrada a Musonda por Fabián, quien arrastraba molestias durante la semana. En el cuadro nazarí, Paco Jémez modificó varias piezas con respecto a la semana pasada: Foulquier, Carcela, Rene Khrin y Alberto Bueno ocuparon los puestos de Tito, Samper, Agbo y Boga. El desenlace de encuentro vivido ante el Éibar obligaba a realizar cambios.
Y el partido no pudo comenzar peor para los intereses del conjunto bético. Si Poyet hablaba durante la semana de jugar con tranquilidad, parsimonia y llevar la manija de juego, fue el Granada el que instaló primeramente sus armas sobre el terreno de juego. Buen posicionamiento, transiciones fluidas y una línea de presión muy adelantada. Los minutos iniciales iban cayendo y el Betis no daba señales de vida. La pareja de centrales, contagiada de nerviosismo. Mandi inició el duelo carente de contundencia y a los 120 segundos concedía saque de esquina para la entidad visitante.
Avisaría Alberto Bueno al filo de la decena de minutos con un zapatazo desde la frontal que repelería un activo Antonio Adán. Sería la antesala de lo que se avecinaba en el Benito Villamarín. Un primer acto loco con tres goles. Y el primero de ellos, de bella factura, aterrizaría en las botas del marroquí Mehdi Carcela. Precioso cambió de orientación de Bueno desde la izquierda para que el ex del Benfica se fabrique un gol de diamante. Control orientado formidable y chut raso pegado al palo corto de Adán. El meta madrileño no reacciona a tiempo y el murmullo merodeaba las gradas heliopolitanas.
Alegría se bautiza en Primera División con dos buenos goles ante el Granada y con un partido muy completo
Se había roto el hielo y el público yacía incrédulo a lo que presenciaba. Enésima salida sin intensidad de los suyos. Jugar en el coliseo bético atenaza a la plantilla que dirige Gustavo Poyet. El alocado envite no había hecho más que empezar. Al filo de la media hora, se asomaba el Betis. Era un espejismo. Internada de Joaquín Sánchez viniendo desde la banda al centro que culminaría con un disparo con la zurda desde la frontal. Al lateral de la red. Acto seguido era el Granada que conseguiría ampliar diferencias. Alberto Bueno es el hombre de confianza de Jémez y no le defraudó. Nuevo despiste en defensa. El balón queda suelto en el balcón del área y el tremendo derechazo ponía el momentáneo 0-2 en el luminoso (hoy aparecía colgado en una grúa).
Pero si algo tiene el Betis esta temporada es un ADN nuevo. No se rinde pese a las circunstancias adversas y empezó a remar y remar. El máximo goleador de la historia activó a sus compañeros. También a los más de 36.000 béticos que se dieron cita en el estadio. Centro desde la zurda y testarazo de Álex Alegría para poner mordiente al encuentro. Iba a ser el primero de los goles del extremeño en Primera División. Bautizo que recordará siempre el espigado ariete. Ese gol sentó como miel para el Betis. Era consciente de que con creer y con fe podría llevarse la victoria. Antes de ello, Poyet articularía un cambio. Musonda suplía a un Fabián desorientado.
Los diez minutos finales del acto uno del envite indicaban que el partido sería loco. De ida vuelta y con una chispa jamás vista en el feudo helipolitano. Joaquín, Rubén Castro y Darko Brasanac se sumaban al carro de la locura antes de que Del Cerro Grande mandará a los equipos a un refresco. El serbio pecó de lentitud en el interior del área nazarí en una pelota que le rebañó fugazmente Gastón Silva. La última del Granada volvería a correr a cargo de Bueno, en un latigazo que se marchó a escasos centímetros del palo derecho de la meta defendida por Adán.
La locura y desconcierto se apoderó de la segunda mitad
Muy difícil de definir lo que se vivió en los segundos 45 minutos. El Betis salió dispuesto a comerse al Granada y los de la capital de La Alhambra no se arrugaron. Joaquín Sánchez encendería la mecha a balón parado. La pelota pegaría en la cara exterior del palo. El pirotécnico choque estallaba. Una pérdida de papeles de Rúben Vezo lo mandaría a la calle en una doble amonestación por llegar pasado de revoluciones a dos lances.
Adán vuelve a avisar a Lopetegui; el meta madrileño volvió a ser fundamental al detener un penalti y el remate posterior con el marcador 2-2
Rubén Castro cargaba con insistencia entre la amplia vigilancia a su figura. Ochoa escupía balones de manera poco ortodoxa una y otra vez. Alegría tiró de orgullo para poner las tablas pasada la hora en un buen centro de Cristiano Piccini. Bate por bajo al mexicano ajustando su golpeo. El Granada aguantaba como podía las envestidas verdiblancas y en una de las contras iba a encontrar rédito en la acción polémica del partido. A falta de 13 minutos para la conclusión y con la presencia de Zozulya ya en verde, el trencilla capitalino entiende que Adán comete penalti en el uno contra uno ante el delantero rojiblanco. Ezequiel Ponce se daría cuenta que batir al de Mejorada del Campo. Para Antonio por dos veces (incluido el rechazo de Andreas Pereira) y bajo palos termina abortando la ocasión un zaguero bético. El público no podía creerlo.
Eso insufló de ánimos a una parroquia que acabó volcada con el equipo pese a no haber conseguido la victoria. Tanganas, pugnas y hasta una presunta mano en territorio granadinista. Ya no se movería el marcador más y eso que Rubén Castro a punto estuvo de enloquecer en una definición dentro del área. Paró Ochoa y así moría el envite. Tablas y con la mente fijada en el derbi del próximo martes.
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Falta de profesionalidad, falta de hambre, falta de ambición, ese es el motivo del empate. Nos quejamos de que los periodistas están deseando que tropecemos para hacer sangre, pero es que estos señores están empeñados en ponerselo fácil.