Un banquillo que hierve

Un lugar inhóspito, de inquietud e incertidumbre. En eso se ha convertido el banquillo del Real Betis en las últimas campañas. Cada verano el proyecto heliopolitano se encamina hacia una nueva idea sin cuajar en el tiempo. Continuos bandazos de dirección que despiertan las dudas de una afición cansada de ver a la entidad navegando a la deriva año tras año. Pepe Mel fue el último entrenador que empezó y acabó la misma temporada en el banquillo. Y eso fue en la temporada 2012/2013. De ahí en adelante han pasado los Juan Carlos Garrido, Gaby Calderón, Julio Velázquez, Juan Merino hasta la segunda etapa de Mel. 

Tan sólo se han disputado ocho jornadas de Liga pero las sensaciones que se perciben en la atmósfera verdiblanca atisban aromas de contaminación. Un ambiente mermado a base de resultados. Los dos últimos en concreto han despertado las dudas de los aficionados. La derrota con dudosa imagen en Anoeta sumada a la soberana paliza madridista el pasado sábado hacen que el equipo de Gustavo Poyet viaje a Pamplona con la victoria como único marcador posible de conseguir. A un punto del descenso, el balance es de dos triunfos, dos empates y cuatro derrotas.
Pepe Mel ha sido el entrenador de más longevidad en el banquillo en los últimos años. Llegó en el verano de 2010 y se mantuvo hasta diciembre de 2013. Se marchó con el equipo semihundido. Aquel plantel acabó bajando a Segunda División con 25 puntos. Tras él, llegaron Garrido y Calderón, los cuales no pudieron hacer nada para voltear la crónica de una muerte anunciada.
En Segunda División arrancó el 'renovado' proyecto Julio Velázquez. A sus 33 años por aquel entonces le condenó su fe ciega a un sistema improductivo. Al igual que Poyet, el vallisoletano se empecinó en un 4-3-3 con Rubén Castro en banda. A finales de noviembre y en una derrota ante el Deportivo Alavés dijo adiós al banquillo de La Palmera. El círculo se cerraba con la vuelta de Mel tras previo puente de Juan Merino. Retornaría el equipo a la élite pero Mel volvería a 'quemarse' con prontitud y la alternancia le dio nuevamente el sillón a Merino. 
Un ciclo que se repite. El inicio de Poyet es similar a las historias relatadas pero sólo el poderoso tiempo tiene la última palabra. El tiempo y que el balón entre en la portería. Esa es la única verdad del fútbol.