Ceballos no es Superman

Si fuera por Dani Ceballos la historia del Betis, el fútbol del Betis y hasta los resultados del Betis serían muy distintos. No se puede hacer más y bien para ganar, pero sin aliados es imposible. Este Betis está demostrando no ser capaz de ganar dos partidos seguidos, ser un equipo con muchos problemas y de cansar hasta límites insospechados a su afición. A la Real Sociedad le bastó con varios zarpazos para seguir metida de llena en la pelea por la Liga de Campeones. Qué lejos le queda eso al Betis...

Porque este Betis, de sopita y buen vino, ya no puede hablar ni de fortín en el Benito Villamarín. Ni de no encajar goles como local. Ni que Rubén Castro haya recuperado el olfato. Muchos peros para que todo salga bien y así la vida es muy difícil en Heliópolis. Demasiado bien va la cosa, dirán algunos. Sólo hay que ver, otra vez, la resignación de muchos béticos. Aunque esta vez sí hubo pitos al final. Antes hasta hubo esperanza. Falsas esperanzas.
Fue una primera parte rara y las rarezas no le van a este Betis. Con pocas ideas, o ninguna, salvo cuando el balón caía en las botas de Dani Ceballos. El utrerano juega como en la calle, disfruta y tiene la mala suerte de no encontrar muchos aliados. Sería mejor para él y también para el Betis. Por ejemplo, le valdría con algunos de la Real como Illarramendi o Xabi Prieto, que a su ritmo pausado juegan al fútbol una barbaridad. En un pase del ex del Real Madrid a la espalda de Tosca y Pezzella encontró el equipo visitante su primer botín. Bautista no es William José, ni Agirretxe o Juanmi, pero bajó el balón a la perfección y luego batió a Adán con un sutil remate.
El gol espoleó un poco al Betis, que no sabía ni presionar o esperar, si jugar en largo o apostar todo a lo que inventara Ceballos. En un arreón de varios saques de esquina, Mandi se inventó una volea de gran delantero para empatar. Otra vez la estrategia cortó parte de la hemorragia, porque seguía saliendo sangre en el esquema de Víctor. Y poco después Sanabria, recién entrado por el lesionado Jonas Martin, estuvo cerca de cerrarla. Pero no. El paraguayo no se esperó el rechace de Rulli cuando la grada ya estaba celebrando el gol.

Eusebio, que este año sí ha dado con la tecla, estaba tranquilo cuando el Betis no mordía en el medio como en anteriores citas importantes en el Benito Villamarín. Sabía que tarde o temprano su equipo iba a tener una nueva opción. Y llegó, por supuesto. Xabi Prieto tiró de clase con un golpeo genial desde la frontal del área. Adán bastante tuvo con su estirada. El problema llegó en la falta de presión antes de ese disparo. Yuri, que volvió a oler la sangre verde, casi sorprendió para poner tierra de por medio, cuando la afición ya empezaba a calentarse. Y no precisamente por culpa del frío.
El Betis aguantó el chaparrón del toque y toque de la Real hasta que Ceballos dijo aquí estoy yo. Fue un asedio final en la primera parte con más corazón que cabeza, con poco acierto y con Sanabria con la puntería desviada. Mandi volvió a ser el más peligroso en el área donostiarra... y también en la local.

Pura realidad

Tras la reanudación el partido fue distinto, porque el Betis fue distinto. Ceballos aparecía de pivote, en la estrategia, de lateral izquierdo y derecho. De todo menos de portero, porque tampoco tuvo la opción de serlo. El canterano jugó como quiso, pero sin premio. Pudo tenerlo si Iglesias Villanueva llega a ver unas manos de Yuri dentro del área o si Sanabria tuviera la puntería acertada. El paraguayo tuvo que mandar un balón al larguero antes de batir a Rulli con un cabezazo tras un gran pase de Rubén Castro.
A veces hay pases que valen por goles y Rubén debe saberlo también. Su ansiedad no le permite afrontar con claridad las jugadas de ataque y su equipo lo nota. Sï tuvo más claridad Xabi Prieto, que aprovechó otro error en cadena de la defensa bética para batir a Adán de cabeza. 
A partir de ahí se acabó el Betis. Tres golpes ya eran muchos para un equipo cogido con alfileres e incapaz de dar dos alegría seguidas. Tan sólo dos. Si fuera por Dani Ceballos la historia sería bien distinta, o al menos si tuviera un hermano gemelo.
 
 
 
 

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