El 'error nuestro de cada día' chafa el plan de Pellegrini

La felicidad es un amor demasiado esquivo para el bético. Cuando parece poder agarrarla con fuerza, para que nunca ya se escape, las circunstancias se la arrebatan. La felicidad a la que se ha abrazado el Real Betis en los últimos meses le hizo la cobra este domingo ante el Villarreal CF en la octava jornada de LaLiga Santander. Se afanó en seguir atusándola en el estadio de La Cerámica, pero el casi inevitable error nuestro de cada día lo puso excesivamente difícil, chafando un nuevo capítulo del Plan de Pellegrini.

Esta vez fue Bellerín, que también metió la pata ante el RCD Espanyol. El jueves pasado le tocó a Pezzella en Budapest, tampoco muy atinado el argentino en la localidad castellonense al defender la acción de Danjuma. En Pamplona, Canales; y ante el Cádiz CF, Montoya. Y el próximo partido será otro, si Manuel Pellegrini no logra resolver de una vez por todas los problemas defensivos de este Real Betis que tan buenas maneras apunta.

No es que hiciera ante el Villarreal CF su mejor partido el cuadro bético, aunque tampoco dejó que su rival lo hiciera, al menos hasta que se puso por delante en el marcador. En la primera parte, los de Unai Emery empujaron más al principio, hasta que el Betis fue cogiéndole el aire al encuentro. Todo hacía indicar que las cosas se resolverían en la segunda parte y ahí pudiera haber pasado cualquier cosa. Como, por ejemplo, que el planteamiento de Pellegrini hubiera acabado imponiéndose. Nunca lo sabremos.

El Villarreal no es el Ferencvaros, ni se le parece

Pero con la tara de casi un error grosero mínimo por partido resulta tremendamente complicado competir siempre con garantías. Y menos en LaLiga Santander. En anteriores ocasiones se evitó la derrota o incluso se acabó ganando con comodidad, en Budapest hace tres días, sin ir más lejos. No obstante, resulta que el Villarreal no es Ferencvaros, ni se le parece. La losa de otro gol psicológico en contra justo antes del descanso esta vez pesó demasiado.

Cuando más aguas podía hacer en un inicio de LaLiga Santander discreto, el Submarino Amarillo de Villarreal se mantuvo bajo el agua, cómodo ya en juego de control y acelerando a la contra. Incluso pese a la benevolencia de los linieres para el Betis con un par de jugadas favorables a los de Emery, Danjuma aprovechó otro lance de permisividad de la zaga verdiblanca para darle un disgusto a los béticos. El futbolista neerlandés fue el periscopio del submarino y el ancla en el que se quedó varada la ilusión del bloque de las trece barras.

Los cambios de Pellegrini espolearon un poco a su equipo, que tuvo alguna oportunidad. Pero también las tuvo el Villarreal, porque remar a contracorriente siempre conlleva sus riesgos. La derrota no debe empañar la marcha de este ilusionante Betis, si bien sí debe precipitar una reflexión para cuerpo técnico y jugadores: o se arreglan los problemas de desconcentración o la felicidad será efímera. No se puede soñar con grandeza con el enemigo metido en casa.