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Tablas verdes y rojas en un puro El Gran Derbi
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Tablas verdes y rojas en un puro El Gran Derbi

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Puro El Gran Derbi, pura locura, pura emoción. El espectáculo y el vértigo de una montaña rusa en verde y rojo. Corazones con desfibrilador insertado, almas con el cuello atorado. Así fue el choque de la 13ª jornada de LaLiga Santander que protagonizaron en el Villamarín el Real Betis y el Sevilla FC. Un vibrante partido que acabó en empate (1-1), en tablas verdes y rojas, pero que pudo haber acabado Dios sabe cómo. Una maravilla para que Sevilla esté orgullosa de su fútbol y de su gente, de las aficiones que mejor entienden la rivalidad en el orbe.

No le faltó ni el perejil al duelo de eterna rivalidad sevillana. Para empezar, verdad. Fue un derbi de verdad y tuvo la verdad por delante: no hay favoritos que valgan, a no ser que lo determinen incidencias. Y éste las tuvo de todos los colores. Hasta que todas ellas se fueron sucediendo, resultó un espectáculo mayúsculo de competitividad, igualdad de oportunidades y fútbol bastante decente. Por parte de ambos equipos. Y luego, también, pero ya en parámetros distintos por todo lo que había pasado antes.

La expulsión de Borja Iglesias fue clave en la segunda parte (Foto: Kiko Hurtado).
La expulsión de Borja Iglesias fue clave en la segunda parte (Foto: Kiko Hurtado).

Pese a la diferencia de cómo llegaban ambos equipos al encuentro, éste se equilibró bastante desde su inicio. Al menos, en el juego. El Sevilla FC le discutió la posesión al Real Betis y por momentos se la arrebató, si bien ese dominio del balón moría apenado en la línea de tres cuartos, donde ya el cuadro nervionense carecía de mordiente. De hecho, la que tuvo más se la regaló el Betis. Primero Pezzella le regaló una oportunidad de oro a Rafa Mir y luego Sabaly le dio otra aún más clara que volvió a desperdiciar el delantero. Junto a la doble oportunidad tras una falta que no acertaron a convertir Gudelj y Lamela personificaron el peligro del Sevilla en la primera mitad.

El Betis tuvo un primer tiro de Guido a los cinco minutos, pero sobre todo dos bastante claras también. La primera tras una buena jugada de Canales y la segunda después de un jugadón colectivo al primer toque con taconazo de Canales que Ruibal mandó al cielo de Heliópolis. El Sevilla parecía mejor de lo que hasta ahora viene demostrando y el Betis, no tan bueno, aunque sí con mucha más capacidad de acercarse al marco contrario.

Empieza la locura: varios partidos en uno

El cuadro de Sampaoli se defendía como mejor quiere el argentino, teniendo la pelota. Lograba sacar el balón bien, empequeñeciéndose cerca de Claudio Bravo. El Betis no tenía la pelota tanto como quería y sólo sufría por los errores propios. Hasta que empezó la locura: primero, en el minuto 37, llegó la expulsión justa de Montiel tras una entrada feísima a Álex Moreno. Las protestas injustificadas tras la expulsión mediando el VAR no sirvieron para nada.

Montiel se marcha enfadado tras su expulsión (Foto: Cristo García).
Montiel se marcha enfadado tras su expulsión (Foto: Cristo García).

El técnico sevillista trató de equilibrar a su equipo quitando al desacertado Rafa Mir por Jesús Navas. Empezaba otro partido. Y, pocos minutos después, en el 43, otro nuevo, puesto que el propio Jesús Navas acabó metiéndose un autogol que coronaba una cadena de errores del Sevilla. Se le ponía la cosa muy bien al Betis y muy mal al Sevilla. No obstante, la vertiginosa locura siguió y en el descuento, Fekir le soltó el brazo al Papu y el VAR rearbitró con justicia para la roja. Las protestas del jugador bético tampoco tuvieron muchos sentido y menos mal que Pellegrini y sus compañeros lo tranquilizaron. Error evitable. Otro nuevo partido se iniciaba, el tercero ya.

Antes de irse a vestuarios ambos equipos, Borja Iglesias pudo dejar El Gran Derbi casi sentenciado tras un pase de selección española de Canales. Bono salvó al Sevilla y lo mantuvo en pie justo antes de que acabara la primera parte. 54 minutos duró. Nada más y nada menos.

Más locura y más expulsiones

La segunda parte empezó y otro nuevo partido no tardó en aflorar. Borja Iglesias le dio un pisotón inopinado a Jordán y el VAR volvió a rearbitrar para la expulsión del delantero. Ahí el Sevilla cogió aire y logró poner en apuros al Betis aprovechando la superioridad numérica. Varias ocasiones, si bien sólo una clara, hicieron que El Gran Derbi tomara de nuevo un cariz vivísimo.

Gudelj celebra su golazo con Bono de fondo (Foto: Kiko Hurtado)
Gudelj celebra su golazo con Bono de fondo (Foto: Kiko Hurtado)

Pellegrini, que sabe de esto más que nadie, hizo dos cambios muy inteligentes. Sacó a Guardado para pelear y tener criterio en mediocampo, y a Luiz Henrique para buscar la contra. Precisamente ése fue el principal recurso al que se agarró el Betis con uno menos. El Sevilla amagaba sin dar, sobre todo por erigirse Édgar en salvador de lo que no podía ya salvar Claudio Bravo. Bueno, y por la marra de En-Nesiry en un remate malísimo. Y sabía que había que parar las contras del rival, lo que le costó amarillas tanto al Papu Gómez como a Gudelj.

Aparte de Téllez, Sampaoli apostó por En-Nesiry y Dollberg. Decisión lógica perdiendo y con uno más, pero no muy eficiente, por lo que se veía en el campo. El Betis se iba creciendo en la dificultad, dispuesto a defender erguido lo que la locura y su buen hacer le habían dado como ventaja, un gol que es un diamante en el escaparate de fútbol que es el derbi sevillano.

Y otro poquito de locura y emoción

Pero quedaba más locura, otro poquito de emoción desbocada. Gudelj (sí, Gudelj) repitió el golazo de Mallorca y equilibró el encuentro también en el marcador. El choque se trabó, con pocas ocasiones ya. El Betis luchaba con uno menos por lo que tenía encauzado en la primera parte con uno más. Y el Sevilla olía la debilidad de tener enfrente a un rival en inferioridad y muy machacado por tener que defenderse así, justo lo que menos le gusta hacer.

Aún quedaba una mijita más de locura, ya que el mismo Gudelj pudo terminar de decantarlo con una volea increíble que dio en el larguero. Difícilmente, se puede creer lo que se vio este domingo en la noche más bonita del fútbol sevillano en muchos años. El Sevilla siguió apretando, bien es verdad que con menos mordiente que empuje. El Betis continúo con su lucha a contrapelo por mantener el empate y buscar una contra salvadora que le diera los tres puntos, lo único que quiere siempre Pellegrini y su equipo.

Cinco minutos de descuento prorrogaron la emoción y Gudelj, sí, otra vez, Gudelj, se encontró con Claudio Bravo. Reparto de puntos para terminar, pero lo que se vio en Heliópolis es digno de un documental, propio del mejor fútbol, de la más genuina rivalidad del mundo. Y sin incidentes. Sevilla estuvo en su sitio y su fútbol, en lo más alto

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  1. José

    Bueno, eso de sin incidentes... pero hubo fin de fiesta con ese inocente paseillo torero de don Ramón Rodriguez, le faltó solo hacer un brindis, supuestamente por un tifo ofensivo. Por desgracia, las ofensas reciprocas no son de hace diez meses, son de hace 115 años. Alguien, aparte del simple y estupido argumento de buenos y malos, debería intentar dar una explicación psicológica a esta rivalidad insana, odiosa, cainita y guerracivilista.

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