Lo de siempre en el Metropolitano

Definitivamente el Metropolitano es un campo maldito para el Real Betis. Volvió a suceder en este Domingo de Ramos en el que los verdiblancos otra vez cayeron en el nuevo feudo del Atlético de Madrid. Nada que ver con ese idilio en el recuerdo y la memoria colectiva de los béticos del Vicente Calderón, donde por dos veces levantó la Copa del Rey.

Los números son contundentes. Seis presencias del Betis en el Metropolitano y cinco derrotas y un único empate. El logrado en su primera comparecencia. Tampoco ha estrenado su casillero de goles en este escenario. Un campo complicado, a nadie se le escapa, pero que le niega una y otra vez ni media alegría a los béticos.

Luego está el cómo de la derrota del Betis en esta ocasión. Los de Pellegrini fueron casi inmaculados en esa idea de competir, competir y competir. Sin el talento de futbolistas tan desequilibrantes como Canales y Fekir, el Ingeniero exprimió más esa idea que puso de manifiesto y ejecutó casi todo el partido contra el Atlético de Madrid.

Sin embargo, medio resbalón, media jugada a la que le faltó contundencia, y lo acabó pagando. Fue genialidad de Correa, también otro que va camino de convertirse en maldito para el Betis, pero igualmente hubo un grado de falta de contundencia bética. Le faltó a Pezzella en el inicio, tampoco fueron capaces de apagar el fuego los siguientes intervinientes defensivos.

Con poco el Atlético de Madrid hace daño. Nada nuevo. Y eso que Luiz Felipe había firmado una noche seria en su mejor versión. No fue suficiente. Los colchoneros ya habían rondado la meta bética en la segunda parte, como en el cabezazo de Giménez al larguero. No se descompuso el Betis que hizo gala de su habitual seriedad.

Diferente fue el plano ofensivo en el que faltó frescura, cambio de ritmo. Sin Fekir ni Canales, se hacía imprescindible un mayor nivel de William Carvalho. No lo dio. Algún chispazo de Rodri, alguna escapada de Luiz Henrique, alguna genialidad de Joaquín... demasiado aislado todo el juego en la parcela ofensiva. Las pocas que tuvo fue blando. Claro que, de por medio, estaba el Atlético.

En una tarde de incienso y fútbol, esas dualidades tan llamativas de Sevilla, los aficionados béticos se ilusionaban con la idea de dormir en Champions tras la derrota de la Real Sociedad. Claro que entonces emergió la maldición del Metropolitano. Un resultado, eso sí, que no conviene hacer perder la perspectiva de la temporada. Una batalla perdida, la guerra sigue estando más que viva.