Un Real Oviedo campeón de campeones

Tiempo lluvioso y tarde desapacible para una fiesta que nada podía estropear. El Real Oviedo celebró por enésima vez con su afición los logros de una temporada inolvidable. Temporada que pasará a la historia del club por ser la que puso fin al periplo del club carbayón fuera del fútbol profesional. El Nástic afrontaba este último partido con la pesadez del viaje y la intrascendencia del mismo, como el Oviedo en la ida, pero con la tranquilidad que da saberse por delante en el marcador.

En las gradas un montón de mensajes en apoyo a los '155 de Cádiz', como se conoce ya a los aficionados que se quedaron fuera del Carranza aún teniendo entrada para el partido de playoff. A dichos mensajes se sumó el club desde el videomarcador, enviando su “cariño”. El grupo SM, principal afectado por la decisión policial, entró quince minutos más tarde al campo como protesta por lo sucedido en Cádiz hace ya más de una semana.
Un once mixto entre habituales y no habituales fue la novedad en las filas del Oviedo, y también alguna que otra sorpresa en las del Nástic. El partido estuvo de cara para los carbayones desde el inicio del mismo, teniendo en casi todo momento la posesión del balón los de Sergio Egea. Mucho toque por parte del equipo local y un Nástic en su papel de visitante esperando al Oviedo en su área para salir al contraataque.
En el minuto diez llegaría el gol del Real Oviedo, cuando un robo de Omgba en el centro del campo dalugar a la jugada clave. Buena combinación del conjunto azul que acaba con Dioni abierto a banda y un gran pase del delantero, que bate a toda la defensa grana, y engancha Linares en el segundo palo. Nada pudo hacer Tomeu ante el remate de un Linares que supo leer muy bien el pase de su compañero y definió magistralmente tras llegar a tiempo por detrás de la defensa.
Pocos minutos después del gol, se lesionaba Jonathan Vila, que en esta ocasión jugaba de mediocentro. Abandonó el terreno de juego y entró por él Cristian Rivera, que se estrenaba en el Carlos Tartiere.
Con el resultado en contra, el Nástic subió las líneas y comenzó a dejarse notar en el área de Esteban. Un remate de Azkorra que atrapó el meta avilesino y un disparo lejano de Lago Jr. Fueron las ocasiones más claras hasta el momento. Los de Vicente Moreno creaban el peligro en las inmediaciones del área más que a la hora de definir; Xisco Muñoz tuvo en sus botas en el empate pero se resbaló cuando lo tenía todo para rematar en el segundo palo.
El Oviedo aprovechó el juego en las bandas y el Nástic se mostró incisivo en las combinaciones rápidas en la frontal del área. A pocos minutos del descanso el Oviedo volvería a llegar con solvencia al área grana, en el 42 Susaeta con un disparo desde fuera del área que Tomeu, atento a la jugada, envió a córner con una mano magistral. La última jugada de la primera mitad también acabaría con peligro, tras un contraataque ejecutado por el mismo Susaeta y Dioni, que no se llegó a materializar.
El inicio de la segunda parte siguió con un guión similar. Llegarían pronto las ocasiones, la más clara, una apertura a banda a Dioni, que recorta hacia dentro y centra, pero no llegan ni Borja Valle ni Linares al balón. Y de nuevo llegaría el gol, y de nuevo saldría de las botas de Linares. El delantero se desmarcó a la perfección tras un pase al hueco de Dioni, y regateó a dos defensas granas, quedándose sólo ante la puerta de Tomeu, a quien batió por el palo largo. Dos goles del delantero, y dos pases de gol de Dioni, que rubricaban el gran partido de ambos.
El Nástic necesitaba marcar para empatar la final y provocar la prórroga, por lo que en el grueso de la segunda mitad llegó con peligro al área de Esteban, pero no sin conseguir materializar ninguna de las jugadas. Esa falta de tensión arriba haría que pasaran los minutos sin que pudiera recortar distancias. El partido en poco se parecía al de ida, marcado por las altas temperaturas y los onces no habituales, y el Oviedo no aflojó en ningún momento.
La fiesta no podía ser completa sin Diego Cervero, el canterano salió por un ovacionado Miguel Linares, y se coronó. Cuando apenas llevaba un par de minutos en el terreno de juego, en la segunda jugada en la que participaba puso el definitivo 3-0 en el marcador. Un balón acaba en sus pies, y quiebra hasta en dos ocasiones al defensa que le cubre, disparando al palo contrario y batiendo a Tomeu. El estadio se vino abajo coronando el nombre del delantero, que volvió a hacer de las suyas y celebró el gol haciendo dominadas colgado del larguero. Cervero ya marcó el gol del empate en Santiago de Compostela el día que el Oviedo se proclamó campeón de grupo, anotó también el del partido de ida frente al Cádiz que dió medio ascenso al club azul, y marcaba hoy también el que certificaba el título de campeón de la Segunda B. Incontestable.
 
El Real Oviedo se proclamaba campeón de campeones con autoridad y total merecimiento, y ante más de doce mil aficionados que desafiaron al mal tiempo y al horario para disfrutar de nuevo con su club.