Tarde-noche de locura

Parecía que iba a ser una jornada tranquila. Durante la semana apenas se habló de las cábalas que se tendrían que dar el sábado para que el Real Oviedo se metiera en play off y el encuentro ante el Huesca llegó como un partido más, pero durante los 90 minutos se fueron viviendo casi todas las sensaciones posibles.

La tarde comenzó tranquila. Empezó el partido en el Tartiere con la hinchada relativamente apática, sin confiar en exceso en las cábalas que tendrían que darse. El Oviedo anotó pronto y cumplía así con lo que estaba en su mano.
Los transistores echaban humo y las aplicaciones móviles no daban a basto, sobre todo a partir de la recta final de la primera parte. Los primeros murmullos llegaron con el primer gol del Valladolid, que arrojaba el primer resultado positivo, pero el panorama en Soria, con el Numancia venciendo, pintaba complicado.
La locura se comenzó a desatar con el gol del Granada. El Oviedo llegó al descanso a solo un gol del play off. Pero no dependía de sí mismo. Dependía de la Cultural. Durante la segunda mitad, el Cádiz empató y el Numancia anotó el segundo, haciendo eso que un nuevo gol del Valladolid apenas tuviera trascendencia.
El Cádiz se quedaba con diez y los aficionados azules del Carlos Tartiere sin uñas, sobre todo cuando vieron como casi seguidos llegaron el tanto de la victoria del Granada y el de la Cultural recortando distancias. 
Se vivió incluso una situación caótica, cuando todo el Tartiere celebró al unísono una acción de la Cultural, como si los leoneses hubieran empatado. La situación hizo que hasta los propios jugadores hicieran algún gesto de celebración, en unos minutos en los que las emociones se dispararon. 
Pero ese gol no había llegado y los partidos acabaron, haciendo eso que el Oviedo se quedara a las puertas del play off, en séptima posición. Fue sin duda un carrusel de sensaciones en una tarde-noche de locura en el Carlos Tartiere.