Problemas agrandados
Fue una tardenoche dura para el Real Oviedo. Los males que venían acechando a los azules durante estas primeras jornadas de campeonato, y que en cierta medida los resultados y algunos aspectos positivos venían tapando, este sábado se agrandaron sobremanera. El balón parado, la endeblez defensiva y la poca mordiente arriba son tres caballos de batalla que se manifestaron gigantescos en Riazor.
El cuerpo técnico preparó este miércoles una sesión extra de trabajo, destinada al balón parado, pero poco efecto tuvo. La táctica y el posicionamiento requieren trabajo, pero el seguimiento en las marcas y el estar atento es cuestión de concentración e intensidad individual. El Deportivo se adelantó y el Oviedo siguió acumulando la posesión del balón, sin que al rival le incomodara y sin poder generar peligro hacia la portería de Dani Giménez, un guion ya visto esta temporada. El Deportivo se desató entonces desde el orden defensivo a correr y la defensa carbayona no pudo frenar a los delanteros locales. El Deportivo llegó cinco veces y metió cuatro goles.
El foco de las críticas de la afición se ha desplazado hacia el banquillo. La pasada campaña, la dirección deportiva y la confección de la plantilla se llevaron el primer plano en los malos momentos. Esta temporada, con una plantilla retocada y aparentemente de más calidad, las críticas se han dirigido hacia el la dirección técnica. Es el momento más delicado de Anquela desde que está en el Oviedo y él mismo lo reconocía en sala de prensa. El técnico volvió a tocar piezas en busca de mejorar en la parcela defensiva este sábado, pero volvió a quedarse sin un resultado positivo.
El golpe es duro en el peor momento posible. El próximo sábado llega el derbi y las sensaciones son las peores de la temporada y puede que incluso de las últimas temporadas. Los problemas se han visto agrandados en Riazor, problemas que necesitan solución.
