Sergi Enrich se merece mucho más que una invitación a comer
Álvaro Cervera premió a los suyos con un banquete tras la victoria ante el Lugo. Un detalle que sabe a poco para hombres como Sergi Enrich. El momento que atraviesa el delantero, haciendo olvidar a Borja Bastón (casi nada), bien merece una oferta de renovación. Lo volvió a demostrar en el partido que te hemos contado este sábado. En un encuentro típico de esta versión azul, el ariete fue diferencial.
El Oviedo comenzó serio en Ibiza e incluso con más balón de lo esperado, algo que se le demanda a Cervera desde tiempo inmemoriales. Fue un espejismo, pues poco a poco volvió a sus orígenes y le cedió la iniciativa al equipo local. Aunque es cierto que no necesita monopolizar el juego esta versión carbayona para asestar golpes al rival. Otra vez Lucas Ahijado se enfundó el traje de asistente y no lo desaprovechó Sergi Enrich. Con un remate nada sencillo y una gran maniobra de '9' adelantó a los suyos. Primer golpe en la mesa del delantero en Can Misses.
La gran tarea pendiente volvió a estar presente en Can Misses. A buen seguro Cervera lo comentaría en aquella comida a la plantilla que corrió de su cuenta: el balón parado. Aunque no surtió efecto. Una vez más, el Oviedo encajó de la misma forma. Cuesta entender que un equipo que se caracteriza por su fortaleza defensiva, con dos de los mejores centrales de la categoría, se caiga cual castillo de naipes en esas situaciones del juego.
Decía el entrenador que el objetivo de esta temporada no era otro que la permanencia y la primera mitad de sus pupilos le dio la razón. El Oviedo acabó el primer acto incómodo y demandando ajustes tras el descanso.
Al que no había que cambiar era al delantero, pues cuando éstos están en racha puede pasar lo que hizo Enrich. Se sacó un latigazo certero para volver a poner a su equipo por delante. El juego, eso sí, mejoró con la entrada de Manu Vallejo en ataque, pero lo más importante se lo fabricó el de Menorca.
Y si le caen palos a Cervera en la primera mitad, también hay que alabar la presión en ataque y rápida asociación que propone tras ese segundo tanto. Ese es el librillo de un entrenador que, guste más o menos, muestra su juego de forma cristalina. Y que sumó tres puntos más al casillero del Oviedo para conseguir, salvo hecatombe, la salvación. Y a otra cosa.