Los malditos bajones de las segundas partes
Sumar un punto fuera de casa está bien, sobre todo cuando sabes que tienes tres partidos consecutivos a domicilio. De momento la Real no ha perdido ninguno de los dos choques disputados, y ha sumado cuatro puntos en dos jornadas.
Esta lectura del arranque liguero sería muy positiva si se leen así los datos, pero podría ser incluso mejor, ya que en el partido del pasado viernes los txuri urdin echaron a perder una ventaja de dos goles. Los de Garitano ganaban 0-2 en el minuto 17, y tenían completamente controlado el partido. Al descanso llegaron con esa ventaja, pero arrancó el segundo tiempo, y el equipo se vino completamente abajo.
Una mayor presión del Leganés hizo que los donostiarras se encerraran atrás y apenas salieran de su campo, preocupados por mantener su renta de dos tantos. Willian José tuvo en sus botas la posibilidad de matar el partido con un tercer gol en una de las pocas ocasiones que tuvieron los realistas en esos segundos 45 minutos, pero el brasileño, cosa rara en él, no acertó. Los madrileños se crecieron y finalmente lograron empatar el encuentro casi en el minuto de descuento.
Lo preocupante no fue ya perder la renta de dos goles, sino que el equipo volvió a mostrar síntomas preocupantes de la temporada anterior. Los txuri urdin se vinieron abajo, como timoratos de que en cualquier momento pudiera pasar lo que ocurrió finalmente, y es que los locales metieran dos goles. Al equipo se le vio incapaz de reaccionar ante el cambio planteado por Pellegrino y muy nervioso en la parcela defensiva.
Esta situación se vivió en más de una ocasión la pasada temporada. El equipo dio un bajón contra el propio Leganés, contra el Girona, el Getafe... y unos cuantos equipos más que supieron leer mejor lo que estaba pasando en el partido.
Curiosamente Zaldua dijo la pasada semana en rueda de prensa que sus compañeros le habían transmitido en el choque contra el Villarreal que, a pesar de lo ajustado del marcador, se sentían "más seguros" que el año anterior a la hora de jugar, porque no veían que les fueran a hacer un gol fácilmente, sino que tenían la confianza suficiente como para sacar adelante el partido. En Butarque, desgraciadamente, se volvió a la versión anterior.
Solo son dos partidos, y además la Real este año cuenta con un coach, Imanol Ibarrondo, que seguro que tiene en ese aspecto un área interesante en la que profundizar. Solo es el inicio y los donostiarras llevan cuatro puntos. Habrá que confiar en que solo sea un problema puntual con solución.