Sin motivos para creer
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El análisis inidividual del partido del Pucela
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La opinión de Luis César tras el encuentro
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Así vivimos, en directo, el partido en Alcorcón
La previa de la visita del Real Valladolid al Estadio de Santo Domingo de Alcorcón era clara. El equipo blanquivioleta gastaba su penúltima bala de la temporada para poder atacar el objetivo del play off mientras que Luis César Sampedro asumía la última que le queda a él como preparador blanquivioleta. Con el agua al cuello, el gallego vivía el partido como el duelo decisivo de la temporada para su futuro. Es la situación que le queda en los próximos meses y, en esta primera y, quién sabe si última, variaba parte de su idea, como se podía esperar tras el trabajo de la semana.
Con tres centrocampistas, Luis César reforzaba la zona central del terreno de juego con la entrada de Luismi Sánchez por Pablo Hervías. Con una zona central más física, el Real Valladolid, supuestamente, buscaría tener el partido algo más controlado. Sin dejar grandes espacios, los pucelanos atacarían la meta de un equipo tan debilitado y exigido como el blanquivioleta.
Los objetivos, sobre el papel, eran unos pero las realidades, otras bien distintas. Finalizado el partido, y viendo la actuación pucelana en el último tramo, nada hace presagiar ni pensar que los pucelanos fueron conscientes de lo que se jugaban. El equipo no supo entrar en el partido, no supo trabajar para lo que el juego pedía y, lo que es peor, no tuvo evolución para atacar la victoria y el salvavidas de ilusión y motivos que ofrecía este encuentro. Con todo, la esperanza blanquivioleta se sigue hundiendo.
Abierto y desorganizado
Uno de las mayores enseñanzas que ha hecho Diego Pablo Simeone al mundo del fútbol es la unidad del equipo; los pocos metros en los que se puede medir el conjunto colchonero. Es la forma y el estilo más directo para ser un equipo fiable, sin fisuras y para ser aquel que domina el juego y todos los detalles que éste ofrece. Teniendo esta lectura sobre la mesa, el Real Valladolid no cumplió ninguno de los parámetros en la primera parte del duelo ante la Agrupación Deportiva Alcorcón de este sábado.
Los de Luis César Sampedro fueron un equipo largo, al igual que el equipo de Julio Velázquez, y no dominaron el juego. Ni el balón, ni las transiciones ni, por supuesto, las áreas. El Real Valladolid, bajo el liderazgo de Javier Ontiveros, intentó llegar a la meta de Casto Espinosa con peligro pero cada vez que lo conseguía, los huecos en defensa llevaban al equipo a correr a la espalda. Era un trabajo de ida y vuelta que no le interesaba a ninguno. Ni a los locales ni a los visitantes.
Con todo, 45 minutos después del inicio, el partido se podía definir como un duelo abierto y desorganizado a partes iguales. Así, en la pelea de ambos conjuntos por sus objetivos, ninguno salía ganador. Ambos perdían ya que el empate no sacaba de 'pobre' a ninguno de los dos.
Poca evolución blanquivioleta
El empate no valía; no era suficiente. El Real Valladolid, en teoría, lo sabía. Por ello tocaba dar un paso al frente. Era el momento de mostrar cierta ambición para buscar la victoria o para, en cierta parte, estar cerca de ella. Dado el rendimiento de los primeros 45 minutos no era poconi, tampoco, difícil. Los visitantes tenían clara la idea pero no lo consiguieron y se marcharon del Estadio de Santo Domingo sin motivos para creer en un cambio de dinámica del equipo y, a su vez, para confiar en una nueva oportunidad para Luis César Sampedro.
En este Real Valladolid nunca se sabe qué puede ocurrir pero tras ver, nuevamente, a un equipo sin ideas, convencimiento, ambición ni ocasiones, como se pudo ver en la primera parte y, después, en el avance del partido, el cambio de timón parece yaobligatorio. Los blanquivioleta no están ya ni cerca del camino de la esperanza que debe tener cualquier equipo que quiera estar arriba. Sin motivos para creer en lo que hacen ni, sobre todo, en lo que pueden hacer en las próximas jornadas, los blanquivioleta parecen pedir esa variación que el entorno lleva exigiendo varias semanas.