Fiesta compartida

El Real Valladolid consiguió el pasado domingo en el Estadio de Vallecas la salvación en Primera división. Sergio González y los suyos consiguieron un gran éxito y afrontaban la jornada final ante el Valencia CF con cierto aroma a fiesta. Mientras tanto, los de Marcelino García Toral llegaban al Nuevo Estadio José Zorrilla con toda la temporada en juego.

En lo que a los pucelanos se refería, ese aroma a fiesta y relajación se demostraba con las rotaciones de Sergio en el once titular, en el buen ambiente de un Zorrilla con más de 23.000 espectadores y en la mirada hacia el homenaje a Borja Fernández, que el viernes anunció su retirada del fútbol profesional.

Con muchos ingredientes sobre la previa y en el ambiente, la exigencia del Valencia CF pudo pasarle factura ante un Real Valladolid que, con jugadores con poco rodaje y sin minutos en las últimas semanas, hizo el partido muy parejo. Sin presión, los pucelanos se mostraron muy desenfadados en la primera parte y sólo un error marcó la diferencia y rompió el marcador. Tras ese primer tanto, los valencianistas se sintieron cómodos y tras el segundo, relajados.

Rodrigo rompe el partido

En los primeros 45 minutos, Valencia CF y Real Valladolid se miraron a la cara y expusieron sus ideas y propuestas. Ambos tuvieron acciones para adelantarse y los dos fueron mejores en ciertas fases del juego. Era un duelo parejo que Carlos Soler rompió pasada la media hora de juego.

Esa igualdad quedó en su segundo plano en la segunda parte. El segundo gol del equipo ché a los pocos minutos de la reanudación rompió los planes pucelanos y potenció el sueño ché. Tras las dudas iniciales del equipo visitante, los tiempos pasaron a tener su firma y su exigencia. Era el momento y el día del equipo de Marcelino, con permiso de Borja Fernández.

Con una ventaja de dos goles en el marcador y con más de media hora de juego hasta el final del partido, ambos equipos tuvieron una fase pasiva. Ni unos, los visitantes, querían más ni los otros, los locales, parecían dispuestos a apretar en exceso.

El encuentro parecía sentenciado pero el Real Valladolid no quiso regalar su imagen. Aquélla que tanto cuesta ganar, forjar y mantener no podía quedar pisoteada por una goleada en el Nuevo Estadio José Zorrilla. Por ello, Rubén Alcaraz y Joaquín Fernández firmaron dos acciones casi consecutivas para poner al Valencia CF contra las cuerdas. El Pucela no había dicho su última palabra y los valencianistas aún debían sudar para conseguir su sueño.

Fiesta pucelana... y valencianista

El objetivo blanquivioleta para el partido pasaba por suscitar miedo en el bando visitante y, por grandes fases del partido, se consiguió. Tristemente para los intereses del Pucela y como casi siempre termina pasando en el fútbol, ganó el que más tenía en juego y, en esta ocasión, era y fue el equipo valenciano. Con tanto en juego como tenían los de Marcelino, el partido cayó de su lado por insistencia, inercia y dinámica.

Con su exigencia y objetivo ya entre las manos, el Real Valladolid vivió una fiesta durante todo el partido y todo el domingo. Era el día para celebrar y festejar la salvación del equipo en Primera. La festividad era pucelana pero, tras el partido, esa alegría fue compartida.

La clasificación ché para la próxima edición de la Champions League ganó fuerza para una fiesta que terminó siendo compartida entre dos equipos que recordarán la temporada 2018/2019 como aquélla en la que consiguieron su objetivo, prioridad o sueño. Nada que objetar. Ni desde Getafe.