Empate de errores

En muchas ocasiones el análisis llega en relación a las expectativas. Ante una demanda alta y una respuesta baja, la decepción es alta. Con una exigencia baja y un resultado amplio, la alegría se triplica. Ante estos parámetros, el Real Valladolid llegaba al Nuevo San Mamés con una ilusión alta pero con una exigencia media/baja.

Los de Sergio González no viajan a Bilbao exigidos ni apretados. Con tres jornadas sin perder y un buen colchón sobre el descenso, la presión no estaba en la maleta blanquiovioleta. Sin ella se esperaba una buena versión del Real Valladolid. El equipo podía buscar su mejor versión en un gran estadio. La oportunidad era inmejorable y como tal debía ser aprovechada.

Con esta previa, el resultado final pero, también, el devenir del encuentro dejan el duelo como una oportunidad que puede tener una doble lectura. El no aprovechamiento de un rendimiento débil de una versión nerviosa del Athletic deja, a su vez, la opción de ver el empate como un nuevo punto en el zurrón pucelano. La interpretación, a gustos; el análisis del partido, en los errores de ambos.

A remolque

Con el ejemplo de los partidos de la temporada pasada y conociendo a Gaizka Garitano y a Sergio González se sabía que el duelo iba a estar en los detalles. Los errores en campo propio matarían al que más cometiese o, en su defecto, al que menos aprovechase los del rival. Bajo este parámetro de la previa se cerró la primera parte.

Pese al mayor dominio del Athletic Club, en posesión y sensación de peligro, los primeros 45 minutos se decidieron por el aprovechamiento de un error del Real Valladolid y el poco rédito que Enes Ünal obtuvo de un grosero fallo del rival.

Si bien el turco se chocó contra Unai Simón en la ocasión más clara del Real Valladolis, Iñaki Williams sí supo sacar tajada de un mal repliegue del equipo de Sergio González. En una de las primeras ocasiones en las que el Pucela se abrió e intentó ejercer una presión alta, la velocidad del '9' rojiblanco marcó un punto clave en el partido.

Si bien hasta entonces el Real Valladolid había estado a remolque durante todo el encuentro, tras romperse el marcador el devenir del encuentro tomó un equilibrio. Sin grandes ocasiones, es más sin intervenciones de mérito de ninguno de los dos partidos, el gol vasco no empujó a los locales contra la meta de Jordi Masip. La propuesta paciente y tranquila de los de Gaizka Garitano se topaba con un Pucela que quería crecer pero muy poco a poco.

Comodidad rojiblanca

Tras ver que en la primera gran acción en la que se abrían el resultado era tal, Sergio y los suyos volvieron a tomar la conciencia de un partido largo. Había que remar para solventar el gol local pero sin excesos. Evitando una alta exposición, el objetivo era ir avanzando poco a poco.

Esa versión progresiva parecía insuficiente porque el Athletic mostró, tanto en el final de la primera parte como en el inicio de la segunda, mucha comodidad. Dentro de su juego, los de Garitano estaban cómodos y sólo un error les quitaría esa tranquilidad y podría espolear a los pucelanos.

La entrada de Jorge de Frutos y Pedro Porro dio un aire nuevo al Real Valladolid

Teniendo todo controlado por el bando local, el error llegó en una acción simple. Un centro lateral de Nacho Martínez no era despejado con contundencia por Unai Simón e Iñigo Martínez hacía el empate. Sin intención de marcar, el Pucela devolvía las tablas para iniciar un nuevo partido a falta de 20 minutos.

El mejor Pucela

A ese duelo final el Pucela entraba con fuerza, después de estar ausente en muchas fases del partido. Las entradas de Jorge de Frutos y Pedro Porro daban un aire ofensivo al equipo muy interesante. Vertical, profundo e incisivo, los de Sergio González vivían sus mejores momentos.

Fueron esporádicos, sí, pero válidos para confirmar, una vez más, que este equipo tiene potencial y variantes. Con el debut del extremo segoviano y el cambio de perfil en el lateral derecho, el Pucela fue mejor y vivió sus mejores momentos. No fueron suficientes para conseguir la victoria ni para remontar el partido pero sí para dejar un aire positivo en el partido.

En un duelo marcado por los errores, de uno y de otro, el punto deja que el Real Valladolid siga sumando y adquiriendo una renta con el descenso. Todo en un partido que se presentaba como una gran oportunidad para los pucelanos y que terminó como un nuevo empate para un Pucela que acumula cuatro jornadas sin perder pero que deja la sensación de poder aspirar a más.

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