Vallejo se graduó en Pucela
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Víctor Muñoz fue quien le matriculó en la primera plantilla. El José Zorrilla, de Valladolid, fue quien le vio graduarse como un defensa de primer nivel. Jesús Vallejo cuajó uno de sus mejores partidos con la camiseta del Real Zaragoza en el estadio pucelano. Líder indiscutible de la zaga, contagió al resto de sus compañeros de fuerza y de energía y, en cierta medida, les guió hacia una remontada que parecía difícil después del gol de Óscar.
Aquel día era un 24 de mayo. Era la penúltila jornada de liga y el Real Zaragoza necesitaba de manera imperiosa la victoria para no descolgarse del playoff en el último momento. En una primera parte muy igualada, lo cierto es que el punto de inflexión llegó para los blanquivioletas en el minuto 39, al borde del descanso. Óscar anotaba un penalti que alojaba el canguelo en los aficionados blanquillos. La promoción de ascenso podía irse a pique.
Pero en la segunda parte algo cambió y empezó a hacerlo desde la defensa. Un Jesús Vallejo portentoso no solamente fue al cruce como si llevase diez años compitiendo en la Segunda División -la temporada pasada fue la de su debut con el primer equipo- sino que además le sobró valentía para salir con el balón conducido hasta la zona de creación.
Sabía que el Real Zaragoza necesitaba dar un paso adelante y el canterano tiró de aplomo para poner su granito de arena. Tanto fue así que el joven capitán forzó el penalti que en el minuto 67 transformaría Borja Bastón. Era el 1-1. Pero Vallejo aún tenía fuerzas para más. Porque también estuvo en el ajo en la jugada que supuso el 1-2 de William José. Intentó rematar un centro-chut de Eldin que un defensa del Valladolid despejó a su larguero. En ese segundo gol, por cierto, había sido el encargado de robar un balón en el centro del campo e iniciar el contragolpe. Fondo para rato.
En el tercero solamente tuvo que mirar como Javi Álamo recorría medio campo y le ponía el tercero a Eldin en bandeja. Pero el canterano ya había pasado su prueba de fuego y con nota. El brazalete no le pesó aquella tarde. Allí demostró que Jesús Vallejo ya se había hecho mayor.