La particular versión de la Fundación sobre la situación del club
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Acuerdo entre la Fundación y Hacienda para la viabilidad del Zaragoza
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Fracaso en la gestión deportiva de la Fundación
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El Real Zaragoza está atravesando uno de los momentos más delicados en sus 75 años de historia. El club blanquillo sigue sin encontrar una identidad clara en el ámbito deportivo y está pasando por grandes dificultades en el terreno económico. Por ello, la Fundación 2032 ha repasado la situación de la entidad con un comunicado en el que no ha dejado títere con cabeza.
Bajo el título de ¿Por qué no desaparece el Real Zaragoza?, la Fundación ha enumerado los grandes males del club destacando la pésima temporada 2016/2017, la economía y la deuda fiscal con Hacienda e incluso la campaña de la afición de La Romareda contra la figura de Popovic, entre otros.
El comunicado completo de la Fundación reza así:
1. La temporada 2016-2017
La Fundación Zaragoza 2032 es la entidad que sostiene al Real Zaragoza. Apoya y respalda, pero no gestiona ni dirige, la vida deportiva del Club, que es autónomo.
La temporada pasada fue desastrosa. Sin paliativos. El cambio en la dirección deportiva, recibido como un pleno acierto por abonados, peñas, aficionados y prensa, dio mal resultado. Más imprevisible todavía por cuanto el Club aplicó a esa dirección un estimulante y beneficioso régimen, no solamente económico, sino humano y técnico. Su completa y amplia autonomía incluía la capacidad de configurar, con libertad absoluta y la necesaria autoridad. Los efectos no fueron los esperables y bien podría hablarse de un año perdido, tras el que el Real Zaragoza vuelve a vivir un presente problemático.
2. La economía del Real Zaragoza
La situación económica del Club es muy mala. Equivale a una quiebra y es su problema principal. La Fundación hubo de hacerse cargo de una deuda cercana a 107 millones de euros, de los que más de 37 se debían a la Hacienda pública. Esta carga asfixiante tiene orígenes remotos y cercanos. Algunas de sus partes se deben a imprevisiones negligentes; otras son hijas de conductas que cruzaron intereses políticos y empresariales de baja estofa. El público atisbó ciertos síntomas, incluido algún sueldo obsceno. El desastre deportivo era notorio; la ruina, severa. El Club, desarbolado y en Segunda División, no resultaba viable. No hace tanto de esto.
Recién logrado en julio un acuerdo con Hacienda, que proporciona al Real Zaragoza un relativo respiro de tres años, nos ratificamos en este juicio: la carga asumida, valientemente, por la recién nacida Fundación, es una mochila imposible de llevar. Es una deuda brutal, que no tiene solución salvo que se logre, antes que todo, el ascenso. No es inteligente engañarse: el Real Zaragoza es un club histórico; pero, ahora mismo, está al borde de la quiebra y en Segunda División. Una realidad muy clara y así de dura.
3. La deuda fiscal
La deuda de 37 millones con la Agencia Tributaria está encarecida por el coste de la morosidad. Momento hubo en que se planteó seriamente la liquidación de la sociedad deportiva, por pura asfixia. En solo tres años, la Fundación ha pagado 36 millones (16 de deuda atrasada) y abonado puntualmente lo correspondiente a los tres últimos años de actividad. Pagado ya el 20% del atraso pendiente del año –para alcanzar la modificación del convenio–, ello abre al Club un trienio de mínima holgura: los nuevos plazos ayudan a mejorar la tesorería y, con otras acciones en marcha, permitirían que se nos autorizase por la Liga un presupuesto superior para la confección del equipo, aunque este año no superará la mitad de la tabla.
Este difícil acuerdo es el primer trofeo que logra la Fundación en beneficio del Real Zaragoza. No es vistoso. Nadie lo aplaudirá. Pero nos permite seguir vivos, comprometidos a abonar toda la deuda heredada –en cuya génesis nada tiene que ver la Fundación– y a mantener la puntualidad en los pagos por la actividad normal del club. También estudiamos los gravosos recargos por demoras históricas ajenas a la Fundación, que empezaron a producirse ¡en 1992! Y, en fin, quede claro que no se nos ha perdonado un euro.
El Club debe, a 30 de junio, 82,4 millones, sin contar intereses, de los que tiene pendientes con Hacienda 22,1. Y la Fundación acaba de avalar un crédito por otros 8: es fácil obtener el elevado total de cuentas tan grandes y onerosas.
4. La Romareda, clave fallida
La Fundación estudió cómo hacer de La Romareda un vector reconstituyente. Era un punto básico de nuestro proyecto, para captar ingresos por nuevas actividades. Por ejemplo, acoger finales de Copa, con ventaja para el Club y la Ciudad. Se negoció, y se obtuvo, un potente patrocinio que adelantaba cinco años de pago: así podía reducirse drásticamente la deuda y, por ende, invertir en el equipo, con la mente puesta en el soñado y necesario ascenso, pues solo en Primera División puede sobrevivir el Club sin agonías. El Ayuntamiento presidido por el alcalde Belloch entendió el planteamiento y 29 de 31 concejales lo aprobaron en plenario. El cambio de gobierno municipal ha aniquilado esta solución; y, acto seguido, otra más, presentada por un solvente grupo hospitalario.
5. Soledad de la Fundación
La Fundación, que no aspira a ningún lucro, pidió ayuda al anterior Gobierno de Aragón. La respuesta taxativa fue mostrarnos los papeles en que figuraba la deuda contraída con la DGA por anteriores presidentes. Intermedió con el Ministerio de Hacienda, pero el resultado es sabido: el peor acuerdo concedido hasta esa fecha a un club de fútbol. Del actual Ejecutivo autonómico tuvimos palabras de apoyo, pero, cuando llegó el momento de avalar un crédito que garantizaba la viabilidad del Club, la Consejería de Hacienda vio problemas administrativos que hicieron inviable el aval, dejando otra vez solos y bajo su sola responsabilidad patrimonial a los miembros de la Fundación.
Nuestra tierra sabe ser muy dura. La prensa ha detallado cómo Osasuna ha tenido la ayuda del Gobierno de Navarra; que en el nuevo San Mamés han concurrido las instituciones y la banca local, de modo similar a como inteligentemente se ha tratado a la renovada Real Sociedad, y al Deportivo coruñés, atendiendo al interés general. En la sequía aragonesa, la única excepción ha sido la Diputación de Zaragoza, bien dispuesta desde el primer momento, que tiene por ello nuestra gratitud.
Preguntémonos qué nos ocurre en la alta competición. El balonmano ha desaparecido. Los primeros equipos de baloncesto y fútbol están al borde no del descenso, sino de la extinción. Algo no funciona en este ámbito, importante para Aragón por motivos sentimentales, identitarios, económicos, publicitarios, etc., sin que el problema inquiete como debiera a las instituciones y a la sociedad.
6. Reproches injustos
Los miles de abonados y aficionados, las peñas y el público simpatizante tienen motivos reales de enfado y protesta, y razones para mostrarse indignados por el desastre deportivo de estos dos últimos años. La Fundación y la directiva del Club también están sumamente disgustadas y no solo por eso: las increpaciones se destinan a quienes han venido a salvar al Club y no a quienes lo arruinaron y hundieron, dejándolo postrado.
Olvidamos pronto: el intenso clamor de «¡Ranko, vete ya!», en septiembre de 2015, hizo un serio daño. El desastre de Palamós hubiera sido improbable con él.
El día del partido contra el C. D. Lugo se apreció una inflexión: ciertos manifestantes se comportaron en la puerta del palco del Club de modo tal que los servicios de seguridad nos aconsejaron acceder por otro punto. No atendimos la petición y afrontamos el incidente con íntima y honda amargura. Sufrimos luego pañolada, silbidos y gritos de que nos marchásemos y fuimos equiparados a quienes han llevado al Club a su penosa situación actual. Se nos trató como a culpables de un estado de ruina que hemos venido a reparar honradamente y que es imposible resolver en breve plazo.
Los agravios personales y los baches de gestión no nos harán reblar: ‘Zaragoza nunca se rinde’, dice el lema. Necesitamos sentir el aliento de los fieles abonados y de los miles de aficionados. Nuestra meta es la suya: llevar al Real Zaragoza a la Primera División del fútbol español y dejar su economía despejada. No podemos irnos, a pesar del duro e inclemente trato que algunos nos infligen, porque tenemos sentido del deber. Pero no podemos hacerlo sin ustedes, abonados, peñistas, aficionados, simpatizantes, patrocinadores; y muy difícilmente sin la participación de las instituciones. Nuestra meta es limpia y somos tenaces. Pero solos –ni nosotros, ni nadie– no podremos lograrlo.
Invirtamos la pregunta inicial: si desaparece la Fundación ¿qué será del Real Zaragoza? Salvarlo empieza por solventar lo que el candidato Bill Clinton resumió tan concisamente en 1992: «It’s the economy…». Se entiende a la perfección, incluso en inglés.
7. Superar cualquier obstáculo
El fútbol contiene pasión y emociones, pero también cuentas y pagos gravosos. La meta es superar cualquier obstáculo con decisión y tenacidad, porque la nuestra es una responsabilidad asumida voluntariamente. No hemos venido a hacer carrera o a lograr fama. Por eso no nos importa decir que necesitamos sentir el apoyo de la afición zaragocista, a la que pedimos ese respaldo que no hemos sabido o podido obtener de las instituciones y entidades aragonesas. Con su aliento y empuje será más posible alcanzar nuestro difícil objetivo: que el Real Zaragoza regrese a la Primera División del fúitbol español. No olvidamos nuestro lema: Zaragoza nunca se rinde.
Firman este artículo el presidente y los patronos de la Fundación Zaragoza 2032: Fernando de Yarza Mompeón, Juan Forcén Márquez, Carlos Iribarren Oaortúa , Félix Longás Lafuente y Fernando Sainz de Varanda Alierta