El Zaragoza se estrella en el descuento
Cuando el balón comenzó a rodar, seguía pululando sobre el ambiente zaragocista la 'maldición' de Lugo. El Real Zaragoza nunca había conseguido ganar en el Anxo Carro y, tras mucho hablar durante la semana, era el momento de comprobar si con la nueva temporada, los de Natxo González conseguirían espantar a los fantasmas y dar un pueñetazo encima de la mesa.
Si hay que juzgarlo por el primer cuarto de hora, lo cierto es que el Real Zaragoza salió acurrucado, amedrentado por sus monstruos. Le cedió la batuta a un Lugo que, sin tener ocasiones del todo claras, metió algo de miedo en el cuerpo a los blanquillos y a sus seguidores. Con Álvarez en la portería, era el momento de ver si ese cambio iba a dejar la puerta cerrada a los goles o no. Pero en los primeros compases las ocasiones locales hicieron pensar en lo peor.
Tanto fue así, que incluso el Lugo, a través de una chilena genial de Campillo, pudo adelantarse en el marcador. El gol entró, pero el árbitro lo anuló por supuesto fuera de juego. En ningún momento hubo posición ilegal. Era un aviso -y de los gordos- para la escuadra de Natxo González. No hay mal que por bien no venga. A raíz de esa ocasión frustrada para el cuadro lucense, el Real Zaragoza se desperezó y comenzó a generar fútbol ofensivo, fuego real...
Hubo dos ocasiones claras. Primero, tras una genialidad de Benito y dar un pase que recorrió todo el área, Ángel disparó, pero su tiro fue despejado por la defensa. Solo dos minutos después, Buff se inventó una genialidad individual y a punto estuvo de hacerle el primero a Juan Carlos. Eran avisos que fueron amedrentando (aunque fuera en lo psicológico) al Lugo. Sobre todo por el costado derecho, con un inconmensurable Benito.
Tanto fue el cántaro a la fuente que tras una gran recuperación de Benito, el lateral habilitó a Buff un poquito más adelante del centro del campo. Desajuste de la defensa del Lugo que permitió que el suizo hiciera una carrera en solitario de 40 metros. Tras una gran definición, llegaba el 0-1 y cierta tranquilidad para el Real Zaragoza. El gol le sentó muy bien al conjunto aragonés que, desde entonces jugó con más comodidad, dominando mejor el balón y durmiendo la primera parte hasta el descanso.
Luces y sombras
En la reanudación el Real Zaragoza salió confiado de sus posibilidades, controlando el cuero y dominando el juego. El 0-1 le seguía dando la confianza que necesitaba para romper de una vez por todas el maleficio del Anxo Carro. Pero un momento de ese camino la luz se apagó de repente y los fantasmas volvieron a hacer acto de presencia. Y prueba de ello fue un mano a mano que tuvo Borja Iglesias y que ni siquiera encontró portería. Aprovechando esas dudas que aparecieron en los de Natxo González, el Lugo aprovechó para empatar el partido. Fue, por cierto, tras dos grandes intervenciones de Cristian Álvarez. Una de ellas, en forma de estirada casi imposible.
El 1-1 pareció espabilar -algo, no mucho- al Real Zaragoza. Eso y los cambios de Natxo González. Mikel debutaba en la reanudación por las molestias de Grippo y, ya con el empate, el técnico blanquillo apostó por Vinicius. El Zaragoza quería los puntos y el brasileño podía ser una de sus armas secretas. Pero curiosamente sería Toquero el que tendría una de las ocasiones más claras de la segunda parte. A un palmo de Juan Carlos, remataba un centro de Javi Ros. Sin embargo, el arquero lucense estuvo muy atento y abortó el peligro.
Los porteros se propusieron ser protagonistas y tras el paradón de Juan Carlos, Cristian Álvarez volvía a ser decisivo sacándole (con el hombro) un mano a mano a Nicolás Albarracín. El partido tomó tintes de ida y vuelta, lo que no favorecía en absoluto los intereses blanquillos. Por lo visto, un empate era lo más justo. Hasta que salió Alain, que en su primera ocasión puso patas arriba el Anxo Carro y casi marca el segundo. Un espejismo. Porque a falta de un minuto para el final, el Zaragoza se reencontro con dos fantasmas: el de los goles en contra en el último minuto, que se sumaron a los del Anxo Carro.
