Guti rescata al Zaragoza del naufragio pero no alivia su pena
La revolución de Natxo, cuando menos, invitaba a ser curiosos con lo que daría el Real Zaragoza en su primer partido este 2018. La lluvia y el día elegido para jugar -el día de Reyes- hicieron que la entrada quedase bastante deslucida en el campo municipal. Los valientes que acudieron a ver el encuentro se refugiaron en las zonas altas y cubiertas.
El Real Zaragoza comenzó adaptándose, al igual que su rival, al empapado y encharcado césped que se iba formando. Los primeros minutos, por lo tanto, tuvieron poco juego. Pero tras esos primeros compases, el equipo blanquillo intentó jugar. Pombo fue uno de los primeros en probar suerte y casi lo logra.
Un disparo del canterano se fue envenenando y la curva que le dio al balón parecía que tendría un final en forma de gol. Pero ese buen disparo se encontró con el palo. Después de esa ocasión, el Real Zaragoza se convirtió -con alguna alternativa por parte del filial culé- en el principal dominador del primer acto.
Vinicius estuvo muy activo y encontró en Papu un buen socio para generar llegadas. Por el costado izquierdo, Lasure también jugó sin ataduras y en más de una ocasión se atrevió a doblar a Pombo para intentar poner buenos balones. Las llegadas, con esos ingredientes, se produjeron. El problema, el de siempre: pocas jugadas fueron finalizadas.
Pese a todo, el equipo aragonés tuvo más ocasiones, además de la de Pombo. Por ejemplo, en las botas de Vinicius, que a la salida de un córner rebañó un balón tras un desajuste de la defensa del Barça B. Sin embargo, su disparo se fue muy desviado.
Lo mismo ocurrió unas jugadas después. Pombo, tras una buena parada de Ortolá, también buscó portería. Pero su tiro se fue aún más desviado que el del brasileño. Entre esas ocasiones, la lluvia y el descontrol de un césped impredecible, un jugador puso criterio: Eguaras.
Lluve sobre mojado
No supo interpretar el Real Zaragoza el partido en la reanudación. En el cambio de campo, le tocó atacar en la zona del campo más encharcada por la lluvia. Traduciendo, la conducción y el juego en corto eran misión imposible. Sin embargo, los de Natxo se empeñaron en conducir y jugar lo más corto posible en el costado derecho, el más encharcado de La Romareda.
El filial azulgrana, por el contrario, no se complicó la vida. Jugó en largo y por alto. Solo condujo cuando la zona de césped a utilizar permitía una circulación fluida del cuero. Así lo hizo Abel Ruiz al poco de comenzar el segundo tiempo y después de descubrir las vergüenzas de Delmás también le hizo un siete a Cristian Álvarez para conseguir el 0-1.
Quizá por el gol, quizá porque su equipo no carburaba, decidió tirar de sentido común y sacar al césped al futbolista con más juego de este Real Zaragoza. Febas ingresó en el terreno de juego y ese cambio coincidió con la confirmación de Guti. El canterano, que apenas había aparecido en el primer periodo, se sacó de la chistera un golazo desde la frontal para reestablecer el empate.
Con un partido nuevo sobre el tapete, el conjunto aragonés dio un paso adelante en el partido y tiró de corazón más de juego. Febas sí supo interpretar que el juego debía ser a pocos toques y por arriba. De ahí que desde la piscina que era el costado derecho, probó suerte con varios centros peligrosos.
El siguiente paso en la enrevesada idea de Natxo fue sacar del campo a su único delantero puro y dar entrada a Buff, después de que el suizo haya estado varias semanas ausente. El Zaragoza apretaba arriba, pero el Barcelona B también estuvo a punto de dar un buen susto al equipo aragonés tras una salida en falso de Cristian, que el propio Cristian terminó despejando. Un buen susto.
Sin premio
Con el suizo como referencia, el equipo intentó buscar a Buff con balones aéreos -sobre todo- para intentar ganar el encuentro. Grippo la tuvo a balón parado, en un córner, en el descuento. Pero su remate se fue por encima de la portería de Ortolá. Una jugada después, Guti probó suerte otra vez desde una posición similar a la de su gol. Pero tampoco entró. Al final, otro empate insuficiente que mantiene al Zaragoza en la zona baja de la tabla.