Goles son amores. Tanto que por fin volvió la victoria. Álvaro Vázquez, de feliz regreso, se reencontró con el gol. Doblete de crack tras mucho sufrir y una gran victoria. La afición sonríe, el Zaragoza juega y la grada responde. Eso sí, costó que llegara el triunfo. Y esa parece que va a ser la tónica esta segunda vuelta: el Real Zaragoza toca y toca, llega continuamente y el rival espera agazapado su oportunidad. Desde que llegó, Víctor Fernández no deja de encontrarse cerrojazos, defensas de tres centrales y continuos 'uys' en la grada. Es lo que toca y hay que asumirlo desde ya.
El Zaragoza empezó enchufado desde el principio. Tras un buen centro al área de Zapater y un disparo seco de Igbekeme desde fuera del área, Delmás aprovechó un rechace para tirar a pocos metros de la portería. La respuesta fue un paradón de Champagne. Era el minuto cinco y un ejemplo de lo que iba a ser el encuentro.
El Real Oviedo salió de la cueva con una llegada del extremo Bárcenas por el flanco izquierdo y un disparo que atajó Cristian con alguna dificultad. El dominio y las ideas eran zaragocistas pero el Oviedo ya había gritado "¡presente!". Espoleado por su primera llegada, el equipo carbayón se dedicó a lanzar contras buscando a sus extremos. Mientras, tocaba y tocaba el Zaragoza. Los locales se dedicaron a sacar un córner tras otro, sin acierto. El partido se asemejaba demasiado los del Rayo y el Málaga. La posesión era blanquilla, el Zaragoza abría el campo, se afanaba en pisar área... y el rival amenazaba con un disgusto. La defensa de tres centrales oviedistas logró que Álvaro pasara inadvertido.
Fue Delmás quien encontró a Vázquez en el minuto 30 con un pase marca de la casa al desmarque del catalán, pero lo máximo que pudo sacar fue un córner. No lograba el Zaragoza meterle mano a los visitantes. Pombo probó el disparo desde fuera del área, manso a las manos de Champagne. Cuatro minutos después Lasure centró al corazón del área, pero no hubo ninguna pierna amiga que alojara el balón en la portería. Lo mismo pasó bordeando el descanso: Delmás, muy activo todo el partido, envío otro balón que nadie remató. Por último, Zapater encontró a Vázquez con un buen pase en profundidad, pero el de Badalona, algo escorado, se topó con Champagne. Acababa una primera parte con claro color zaragocista. El Real Oviedo, defendiendo con casi todo el equipo atrás, había llegado vivo al descanso.
En la segunda parte, Papunashvili siguió aumentando el contador de ocasiones con un disparo con la diestra que se le fue alto. La grada se tiraba de los pelos... En el minuto 56, una arrancada de un James devorador de metros acabó con un pase de Vázquez a Zapater, que dentro del área la lanzó fuera con todo a favor. Un cuarto de hora tardó el Oviedo en pisar área rival y ahí llegó uno de los momentos clave. El hiperactivo Bárcenas pisó la esquina del área tras un córner y Eguaras le derribó. Penalti tan tonto como claro. Hernández lanzó desde los once metros... y las manos de Cristian hicieron un nuevo milagro. El argentino, ágil y rápido como un gato, evitó la desgracia. La parada del portero, la entrada de Soro al campo por Papu y los errores de Figueroa Vázquez llevaron el calor a una grada cada vez más encendida.
Ingredientes ideales para que apareciera en escena Soro y que la historia acabara con final feliz. Al mediapunta le cayó un balón en el centro del campo y giró con calidad para encarar la portería. El rival le llegó apurado y despejó como pudo. Al final el esférico le llegó a un Álvaro Vázquez que disparó con el alma para gritar el 1-0 e incendiar La Romareda. Poco después en el minuto 81, el mismo Vázquez pudo sentenciar, pero Champagne hizo otra gran parada. Casi al instante, James condujo con determinación por la izquierda y se la cedió a un Soro que marcó en fuera de juego. Gol anulado. Tanto llegó el cántaro a la fuente que al final Vázquez lo volvió a romper con un gran gol a la salida de un córner. El catalán hizo un bonito escorzo para firmar su primer doblete como blanquillo. Un tanto, de escorpión, a la altura de cracks como Ibrahimovic.
2-0 y una grada que vuelve a enamorarse de su equipo. Víctor Fernández está logrando lo que hace solo un mes parecía imposible.