Dolorosa derrota del Real Zaragoza en casa frente al Mirandés. La imagen y el juego del equipo durante gran parte del partido condenó al cuadro de Víctor Fernández, que tuvo en los instantes finales varias oportunidades para conseguir sumar un punto.
El partido era de noche. Sí. Pero no era razón para que el Real Zaragoza empezara el encuentro tan dormido. En solo tres minutos, Cristian ya había hecho uno de esos paradones que se recuerdan. Ya vencido en el suelo, y tras el saque de una falta, el meta argentino sacaba una manopla estelar que evitaba el gol de Guiridi.
El asedio castellano-leonés no había hecho más que empezar. Los de Víctor Fernández no conseguían siquiera hacer una combinación de tres pases seguidos, lo que hacía que Limones estuviera más que tranquilo. El Mirandés tocaba y tocaba acercándose con peligro al arco blanquillo y el Real Zaragoza no era seguro ni en defensa ni en el medio del campo. En una de esas, pasado el cuarto de hora de juego, Da Sousa desaprovechaba la oportunidad de batir a Cristian en un uno contra uno, en el que el argentino repelía el potente disparo.
Eran los peores minutos del conjunto aragonés en lo que va de temporada y en el minuto 22 se hacía justicia con lo visto sobre el césped de La Romareda. Contraataque rojinegro por banza izquierda comandado por Merquelanz, de los más activos de la primera mitad, que acababa con un pase de la muerte para Da Sousa, que en esta ocasión no desperdiciaba la oportunidad. Al primer toque introducía el balón en las mallas, haciendo el primero de la noche.
Parecía que los locales iban a espabilar tras el gol. Kagawa lo intentaba sin peligro en un disparo escorado a la derecha. Pero no era más que un simple espejismo. Llegados a la media hora de juego, de nuevo Da Sousa rozaba su doblete particular. Centro desde la derecha y el brasileño, libre de marca, remataba de cabeza directamente al larguero, ante el alivio de los presentes en el municipal.
No obstante, un Luis Suárez peleón como de costumbre tuvo en su bota derecha la más clara para los locales. Recorte desde la esquina izquierda del área con una gran arrancada que finalizaba con un potente disparo que se marchaba a córner tras ser tocado por Odei. Así se llegaba al descanso, tras una primera parte en la que el juego mostrado por el Real Zaragoza no tenía excusa: ni el Mirandés estaba encerrado en su propio área, ni el cuadro zaragozano estaba haciendo méritos para, al menos, lograr el empate.
Había que tocar teclas al descanso y eso hizo Víctor. Para evitar errores mayores en banda derecha, Delmás era sustituido por Papu, colocando a Guti como lateral. Y en el medio quedaba un doble pivote formado por Eguaras y James. Algo parecía haber cambiado en los primeros compases de la segunda mitad. Más tensión en los balones divididos, mayor presencia en campo rival y el Mirandés apenas conseguía cruzar el medio campo. Eguaras tuvo en un córner el empate, al intentar el gol directo, pero el balón era despejado. Kagawa también parecía haber despertado en una oportunidad al que le sobró el último recorte.
El Real Zaragoza comenzaba a ser más reconocible. La grada también comenzaba a entonar sus mejores cánticos. Pero el fútbol iba a darle una dosis de realidad a los blanquillos. Una transición defensa-ataque del Mirandés pillaba en calzoncillos a la defensa local. A Nieto le costaba regresar y Álvaro Peña lo aprovechaba. Asistencia de Guridi y el "7" rojinegro acertaba ante Cristian definiendo a la perfección y hacía el 0-2 a la hora de juego.
Sin embargo, como se dice en La Romareda: "Zaragoza nunca se rinde". Y Luis Suárez tomó esa frase como propia en un disparo que salía despedido por el palo izquierdo de la portería de Limones. Los blanquillos empezaban a escuchar algunos pitos por parte de su afición y no era para menos. Mucha posesión pero poco acierto en el último pase, y menos de cara a puerta. El Mirandés defendía muy cómodo y cuando robaba salía al contraataque generando numerosos problemas para el arco de Cristian.
Víctor pretendía seguir dándole un aire nuevo a su equipo. Y sus dos últimas bazas eran Javi Ros y Linares, que entraban por un desacertado James y un débil Kagawa. Y algo sí cambiaba: el acierto de cara a puerta. Recortaba distancias Soro de cabeza. Magistral centro lateral de Guti que definía a la perfección el canterano para mantener viva la esperanza. La grada volvía a engancharse y el Mirandés comenzaba a ceder ante tanta presión.
Quedaba todavía un cuarto de hora y el empate era posible, pese a lo visto en gran parte del partido. Las pérdidas de tiempo del cuadro de Iraola empezaban a ser constantes, pero quedaba mucho aún. El asedio comenzaba a teñirse de blanquiazul, pero el Mirandés sabía cómo detenerlo. El arreón final no iba a ser suficiente para sumar y, por consecuente, para escalar puestos en la clasificación hacia el ascenso directo.