Estados de ánimo
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El fútbol es la historia de las alegrías y las decepciones. No por llegar más lejos en la Copa se sufre menos cuando caes apeado, y no por una dolorosa derrota se siente menos alegría cuando se gana el siguiente partido. Lo que es peligroso en el fútbol es monopolizar los estados de ánimo. La tristeza continuada acaba conduciendo a la ira y la euforia excesiva, a minusvalorar los éxitos. Porque triste es caer como lo hizo el Sevilla en San Mamés y éxito es la temporada que esta firmando el equipo de Manolo Jiménez en la Liga, tercer clasificado con cinco puntos de ventaja al cuarto y ocho al quinto. Y como la Liga es otra historia totalmente diferente a la Copa, bien haría el Sevilla en no repetir ni de lejos la historia de Bilbao y demostrar, como dice Jiménez, que aquello fue un accidente, doloroso, sí, triste, sí, pero aislado, porque si es continuado el drama crece.
Este abanico de soluciones para olvidar, poco a poco (sí Renato, de un día para otro ni se puede ni se debe olvidar) el partido de Copa sólo tienen un camino posible, ganar. En este caso al Almería, pero si estuviera el Manchester United enfrente la urgencia sería la misma. La urgencia anímica, más que clasificatoria, de demostrar que la grandeza también reside en los equipos que se levantan después de darse de bruces con el suelo. Seguro que es más fácil reaccionar con Kanouté, Luis Fabiano, Navas, Konko (reaparece hoy como titular) y casi toda la plantilla disponible que con un parte plagado de bajas (siempre que no entre el canguelo de San Mamés).