Un Sevilla de nueve, por fútbol y por... coraje (1-0)
Sevilla F.C. | 1 | 0 | Valencia CF |
Valencia CF: Guaita; Rami, Maduro, Víctor Ruiz (Soldado, m. 72); Bruno (Barragán, m. 46), Banega, Tino Costa, Mathieu; Jonas, Aduriz, Piatti (Canales, m. 52).
Muchas palabaras pueden definir el encuentro del Sevilla de esta sexta jornada, alguna cacofónica incluso, pero la que más conceptos contenga posiblemente sea 'concentración'. Concentración para saber dónde y cómo presionar, concentración para saber dónde y cómo ayudar al compañero, concentración para ofrecerse en corto en el momento justo, concentración para cerrar los espacios en defensa cuando era oportuno. Concentración para saber dónde y cómo jugar la pelota en corto, y para saber cuándo jugarla en largo. Concentración para robar en el momento justo. Concentración para atosigar al marcaje correspondiente. Concentración para jugar con uno menos, concentración para jugar con dos menos. Concentración para poner lo que el Sevilla necesitaba, porque la calidad ya la tenía y la tiene en muchos de sus jugadores. Concentración para todo. De esa palabra se desprende el impecable, impecable, posicionamiento del equipo, esta vez sí, sobre el campo. Dos líneas parejas perfectamente dibujadas, moviéndose al unísono para atajar las acometidas valencianistas, que existieron desde el inicio. Se encontró cómodo el equipo hispalense ante un rival que lo miró de tú a tú, con respeto pero a la cara. Quizás se encuentre más cómodo así que ante rivales que le dejen el mando. Su único debe este encuentro, que le priva del diez, no haber matado el duelo en la primera parte.
Robó muchos balones el conjunto nervionense con esa concentración, pero también con esa intensidad y esa inteligencia. Además supo aprovechar la indecisión che con el 3-4-3 planteado por Emery, reconvertido a 5-3-2 al defender. La pena fue que nos los aprovechó todos. Tantos balones robados, tanta sorpresa en la contra privó a los valencianistas de sus dos aleros en la retaguardia. Cuando Navas, Trochowski, Kanouté o Perotti se plantaban en el área ya era tarde para Bruno y Mathieu. Y eso permitió a Navas y Perotti penetrar una y otra vez por sus respectivas bandas.
Pudo ir ganando el Sevilla ya a los seis minutos de partido, pero Muñiz Fernández anuló un gol legal a Kanouté tras una chilena de Negredo. Ninguna duda, en todo caso, despertó el franco-malí en el tanto único del encuentro, tras una asistencia de Navas, más listo que ninguno. A partir de ese 1-0 el Sevilla tuvo más oportunidades para abrir hueco no aprovechadas, mientras Varas solventaba algún tiro lejano del equipo naranja, lo único que le permitía la zaga blanca.
La segunda parte ofreció un partido absolutamente distinto. Lleno de incidencias, intensidad y emoción. Apenas había dado tiempo para que Perotti probara a Guaita cuando Trochowski, en apenas diez minutos, vio dos amarillas innecesarias que dejaron a su equipo con diez y resucitaron los recuerdos de las ocasiones marradas en la primera parte. El Valencia, de dominado pasó a dominador entonces y Varas ya sacó una increíble mano a Jonas para evitar el empate. Todo se teñiría de negro en una tarde clara cuando Escudé cometió penalti sobre Aduriz y dejó a su equipo con nueve. Nervión se temía lo peor. Pero entonces Banega envió la pelota al palo y con el choque del balón en la madera explotó el Sánchez Pizjuán. Poco después Spahic utilizó sus veteranas artes para que Aduriz picara y dejara el partido con inferioridad para ambos. Nueve sevillistas contra diez valencianistas. Lo que sucedió en esos últimos 25 minutos de partido fue realmente heroico para los hispalenses. Los nueve jugadores se defendieron como jabatos, y no es hiperbólica la calificación. Por los suelos, por los aires... los sevillistas iban a morir a cada pelota dividida, a cada centro de la banda. Además, si alguna pelota se escapaba, estaba Varas. Espectacular su parada al rebote de Soldado en el minuto 90. El Sevilla, con sudor, mucho sudor, y concentración, mucha concentración, agotó el partido comiéndole la moral a su rival y sumando tres puntos que valen mucho más que lo que dicen los guarismos.
Y además, por cierto, en puestos de Liga de Campeones.