Sainete con protagonistas del Sevilla en Getafe

Álvaro Ramírez IIITremendo mazazo el que se ha llevado el Sevilla en Getafe. Se jugaba meterse en la pelea por la Liga de Campeones y ha acabado goleado, ridiculizado y ofreciendo una imagen vergonzosa, sobre todo en defensa.

El recital que han dado en el Alfonso Pérez Muñoz en especial Coke y Fazio, pero en general todo el equipo ha supuesto para el equipo nervionense un varapalo de los dolorosos, de los que marcan los caminos finales de una temporada. El equipo nervionense aspiraba en Getafe a meterse en la pelea de verdad, la de la Liga de Campeones, pero ha salido con la cabeza gacha y con la moral por los suelos, justo cuando más alta parecía que estaba.

No es fácil explicar lo que ha pasado al conjunto de Míchel en la localidad madrileña. Empezó bien, bastante bien de hecho. Se adelantó en el marcador con un auténtico golazo de Negredo y durante unos minutos pudo incluso sentenciar el encuentro en una acción de Navas. Pero con el marcador a favor, con un juego fluido incluso, nadie contaba con la celebración improvisada y sorpresiva de un sainete de la zaga nervionense. Primera función en la primera parte. Coke, como buen actor, simuló un despeje que no hizo y que se encontró Escudé para dejarla muerta y para que Torres empatara en el área chica. De chiste.  
Pero por entonces el partido estaba vivo. El empate daba aún esperanzas al equipo hispalense, que incluso en la segunda parte comenzó bien. Luna tuvo otra clara ocasión que se fue al limbo. Eso fue antes de que Fazio, en su peor versión, la pusilánime y fuera de sitio, empezara a tomar protagonismo en el partido, para mal. Justo cuando mejor aparentaba estar en la temporada. Alguien debería enseñarle a ir de verdad al cruce, a ir de verdad a tapar los disparos, los centros. Tenerlo en frente para un delantero es como tener la nada. Casi se aparta. No llegó al gol de Lacen, el 2-1, ese tanto que lastró ya al Sevilla, que se vino abajo de forma sorprendente con una alarmante falta de carácter extensible a los once sobre el campo.
A partir de ahí todo fue ya penoso. El equipo blanquirrojo bajó los brazos. La defensa hizo aguas por todos lados. Luna, ya como lateral tras el cambio de Fernando Navarro, se sumó a la obra teatral antes de que la colaboración común, Varas incluido, empezara a permitir goles, uno tras otro. Hasta cinco. Y cada tanto caía como una puñalada en las aspiraciones nervionenses, en las ilusiones albergadas en la previa del encuentro.
El Sevilla, con una defensa horrorosa y con una falta de carácter alarmante, se hundió a las puertas de la ilusión. Ha demostrado por qué no está más arriba y ha demostrado por qué su temporada ha sido y es tan pobre, tan irregular. Pese a todo, por la inercia de la Liga, aún mantiene sus aspiraciones europeas, aspiraciones que vuelven a estar en el alambre tras el varapalo de Getafe. Aspiraciones muy cuestionables tras la paupérrima imagen de este lunes.