El Sevilla 'sin' se hunde en el Calderón

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla tiene un serio problema, realmente serio. O lo soluciona, o se va a llevar por delante sus objetivos de la temporada y la temporada misma. En el Vicente Calderón, el equipo de Míchel ha completado un encuentro realmente infame, vergonzoso por momentos, que le vuelve a frenar tras un impulso.

Sí que ayudó el árbitro a los colchoneros, expulsando a Fazio de forma exagerada en un penalti que sí lo fue. Pero no se engañen, el mal arbitraje, sibilino y medroso de Iglesias Villanueva, no ha sido lo único que ha decantando la balanza a las orillas del Manzanares. Lo que ha decidido el partido ha sido la actitud, concentración, intensidad y atención de los futbolistas locales y la ausencia de gran parte de ellas en los sevillistas.

Es una cantinela que ya suena demasiado en el equipo hispalense. Lo que ante el Betis fue blanco, en Madrid ha sido negro, lo que ante el Betis fue virtud, ante el Atlético ha sido defecto.
El equipo de Míchel mantuvo el pulso los primeros minutos, pero luego rehuyó un partido duro, agresivo, fuerte. Se borró de una pelea incómoda y de alta intensidad, la que propone el equipo de Simeone y la que convierte en peligro el fenómeno Falcao, que se inventó la jugada que originó el 1-0 y la consiguiente expulsión de Fazio y que fabricó el 2-0 ante una defensa ñoña que o se resbala o se mete goles. Indecente el segundo tanto, y también el tercero, en el que Spahic hizo mutis para que Diego Costa se llevara una pelota que acabó en tanto de Koke.
El Sevilla parecía un pelele en manos atléticas, porque además se olvidó del balón, no tuvo un respiro porque le quemó el esférico. No apareció Rakitic, pero tampoco Reyes ni Babá (ni tocó ni olió una pelota, vaya manos en las que se queda el Sevilla sin Negredo) ni Kondogbia hasta su sustitución ni Navas. Desastroso, infame.
Evidentemente la expulsión de Fazio condicionó el encuentro, pero con diez el Sevilla ni se acercó ni inquietó a Courtois, cuya primera intervención de mérito llegó en el minuto 75, el mismo en el que Babá remató por primera vez en el partido.
No ofreció nada el equipo nervionense, nada, y debe preocuparse de nuevo porque por no ofrecer no ofreció ni personalidad, esa que va y viene en el Sevilla cuando a sus futbolistas les viene en gana.
Pero tampoco tuvo fútbol. Porque sin agresividad el Sevilla no es nada, sin inensidad el Sevilla es un muñeco de trapo que cualquiera zarandea, sin concentración el Sevilla es un conjunto al que el actual Atlético se merienda y golea con meridiana facilidad, casi sin despeinarse.