El Sevilla, entre el clímax y la depresión constantes

Se ha cumplido ya un tercio de la Liga y el Sevilla de Míchel, hasta la fecha, no ha conseguido afianzarse y despejar las dudas que rondan al nuevo proyecto. Se han disputado 13 jornadas y está justo en la mitad de la tabla, décimo con 18 puntos, peor que con Marcelino a estas alturas.

El conjunto nervionense sigue sin pisar los puestos europeos, el gran objetivo, y, pese a que en momentos puntuales ha logrado levantar la ilusión del sevillismo, mantiene sombras importantes que no le dejan ver la luz de una vez por todas. Hablamos de un Sevilla que se ha movido entre el clímax y la depresión constantes. El delirio, primero, llegó cuando los de Míchel se impusieron al Real Madrid en el Pizjuán mostrando sobre el césped el brío y la garra que todos demandaban y, además, pusieron contra las cuerdas al Barcelona dando continuidad a esa actitud. Tuvo la mala fortuna de que los azulgranas remontaron un duelo que se les había puesto imposible, lo cual significó un duro golpe para la moral de los de Míchel, que a partir de entonces se han mostrado excesivamente irregulares.
En Nervión, el equipo ha mostrado una cara bastante fiable. La mejor versión del Sevilla se produjo en el derbi, el encuentro más especial del año, pues pasó por encima del Betis ofreciendo una intensidad fuera de lo común y completando una primera mitad antológica, "la perfección absoluta", como sostuvo posteriormente el técnico sevillista. Esto llevó el éxtasis a la grada, pero las alegrías y las decepciones van de la mano y el equipo no consigue darle continuidad a los éxitos.
Los fracasos llegan, especialmente, cuando el Sevilla ha de abandonar su feudo. Partidos como los de Balaídos, La Romareda, San Mamés o el Vicente Calderón han defraudado sobremanera, hasta el punto que la gran asignatura pendiente de Míchel actualmente es conseguir que sus hombres no bajen el rendimiento de una forma tan radical cuando juegan como visitantes. El propio presidente, José María del Nido, lamenta en público que sea ya habitual que el Sevilla muestre tan "lamentable imagen" fuera de casa. No en vano, se trata del peor Sevilla a domicilio de la última década.
En momentos puntuales, también ha sido un lastre para el Sevilla su falta de acierto ante la meta rival. Por ejemplo frente al Rayo Vallecano y el Levante, encuentros en los que los hispalenses dominaron y fueron muy superiores pero no lograron ver puerta y, en consecuencia, fue imposible la victoria. En este sentido, el grupo depende demasiado del estado de gracia de Álvaro Negredo. Ante la ausencia de goleadores, se reclama la contribución de los jugadores de segunda línea para que no todo el peso recaiga sobre el vallecano. Trochowski, que estaba siendo importante en este apartado, tuvo la mala suerte de lesionarse de gravedad.
Otra de las necesidades del Sevilla es zanjar el debate sobre la banda izquierda, donde estaba actuando el alemán. Sin dueño fijo, varios futbolistas se han desempeñado como interiores y extremos en el carril zurdo, sin que nadie haya conseguido convencer. Está de vuelta Diego Perotti, perseguido por las lesiones, y los nervionenses tienen depositada su confianza en el argentino. Solo así se equilibrarían algo más las fuerzas entre ambos costados, ya que casi todo el peligro ofensivo llega desde la derecha con Jesús Navas y Cicinho, una de las parejas más elogiadas del campeonato, cuya conexión, no obstante, ha de desarrollarse mucho más.
Los números defensivos no son especialmente malos, si bien destaca el hecho de que uno de cada tres disparos que recibe el conjunto blanquirrojo acabe en gol para su adversario. En la medular, el equilibrio parecía llegar de la mano de Hedwiges Maduro, pero lo cierto es que, aunque el equipo esté más arropado para esas posiciones, Gary Medel sigue siendo imprescindible. En el lado positivo queda la mejoría de Ivan Rakitic, del que sigue esperándose mucho más; mientras que la recuperación de José Antonio Reyes es otra de las misiones de Míchel y su cuerpo técnico.
En resumen, el Sevilla del primer tercio del campeonato es un Sevilla inestable e irregular. De cimas como las victorias ante el Real Madrid y el Betis o, por la actitud, el enfrentamiento con el Barcelona;e incluso, por qué no, como la solvencia con que ha eliminado al Español en la Copa del Rey, una posible vía a Europa. Pero también de simas como fueron, por ejemplo, las derrotas en Vigo, Zaragoza, Bilbao o Madrid; cada vez que abandona Nervión, en general. Un Sevilla de dos caras cuya aspiración es regresar al Viejo Continente pero que da la talla solo a veces, en función del rival y las circunstancias, y que ha de mejorar mucho si quiere alcanzar las posiciones de privilegio de la clasificación.