Adiós cenizo, adiós

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla acabó más de 13 meses después con la mala racha a domicilio y logró una victoria que no solo disipa los fantasmas del conjunto nervionense a domicilio, también algunos que rondaban al entrenador, Unai Emery, en vísperas del derbi. Todos ellos salieron huyendo en Cornellá, donde el equipo del vasco firmó su partido más completo de la temporada, donde recuperó muchas de las virtudes de las que había carecido hasta ahora. Equilibrio, eficacia, solidaridad, agresividad y temple. Virtudes que llegaron con algunos matices en el sistema que le vinieron de maravilla al Sevilla. 

Le vino de maravilla al Sevilla que el doble pivote fuera por fin el conformado por Carriço e Iborra, luego por Cristóforo por el luso cuando este se retrasó a la defensa. Sin duda, el del portugués y el valenciano, y con la compañía de Rakitic, fue el mejor trío para la medular de los que ha tenido en este inicio de la temporada. Lejos de los histrionismos de M'Bia, por ejemplo. Más allá de tener a Rakitic adelante o atrás, lo necesario es que el equipo sumara un jugador más a la hora de defender, de presionar, de robar y salir en transiciones rápidas. Eso lo ha tenido el Sevilla en Cornellá, donde además ha ganado también el equipo en cierta maldad, presencia física y experiencia, que compensa la incocencia que en algunas ocasiones los más bisoños muestran.
En definitiva, más equilibrio, un equipo y un rendimiento más completo, con el que a buen seguro el Sevilla sumará más victorias como las de esta matinal del domingo.

El Sevilla arrancó el partido recurriendo y haciéndose fuerte en todas las facetas en las que se había mostrado deficiente en los últimos encuentros. Es decir, salió fuerte en la presión, con el equipo junto, firme en la defensa, con altura en todas las líneas del campo y con eficacia. Tal eficacia que en su primer lanzamiento a puerta marcó su gol, de cabeza y de Fazio, tras una falta botada por Rakitic, nuevamente asistente. No fue casualidad, en cualquier caso, que el Sevilla llevara peligro por el aire. Con los cambios de Unai Emery en el once consiguió varias mejoras. Una de ellas en las acciones a balón parado. Con Fazio, con Iborra, con Carriço, con Pareja... el equipo nervionense ganó centímetros y el primer fruto llegó con ese gol a los tres minutos.
Y también llegó el segundo en una acción a balón parado, un córner que recogió Vitolo en el segundo palo para marcar un auténtico golazo y dejar el encuentro con una clara ventaja para el equipo hispalense.
Lo cierto es que más allá de la eficacia en los primeros minutos del partido, el Sevilla mostró evolución y mejora en algunos aspectos del juego. Sobre todo en la presión. Con Rakitic en la mediapunta, el equipo hispalense ganó un jugador en la presión en campo contrario, en agresividad y en el robo de pelota. Y en combinación. El Sevilla por momentos robó, tuvo la pelota, la combinó y llegó. El Sevilla, por momentos, jugó a buen nivel y de forma completa.
Pero claro, la defensa hispalense sigue siendo blandita, que los datos de goles encajados no aparecen por casualidad. En una mala salida del balón, con ciertas dudas de Pareja y sobre todo de Alberto Moreno, que se fue al suelo demasiado pronto, el Español empató por medio de Sergio García, en su primer disparo a puerta.
Con todo, en favor del Sevilla hay que decir que reaccionó bien a ese tanto encajado. De nuevo recuperó la compostura, insistió de forma acertada en combinar, tocar, mover la pelota en el centro del campo, lo que enfrió los ánimos de reacción de los periquitos.
Esa tónica cambió tras el descanso durante unos minutos, los que le duró al Español ese ímpetu de la arenga que debió dar Aguirre en el vestuario que se mezcló con la lesión de Pareja en una jugada en la que Ayza Gámez pecó de irresponsable al no parar el partido. El argentino se lesionó y Emery buscó la solución en el mismo campo, retrasando a Carriço y dando entrada a Cristóforo. De esos minutos de ciertas dudas sevillistas, pese a todo, se pasó a la tranquilidad que dio al equipo el gol, el golazo de Carlos Bacca en un jugada individual del colombiano, que con una galopada, autopase incluido, se fabricó el tercero para cerrar el encuentro.
A partir de ahí el Sevilla cogió confianza, jugó seguro en defensa, sobre todo gracias al despliegue de Iborra y a la seguridad que infundieron, por arriba y por abajo, Carriço y Fazio en la zaga. Lo cierto es que con la acumulación de jugadores en la medular, el equipo de Emery se sintió seguro, e incluso con opciones para salir al contragolpe y para hacer algún tanto más. Lo mereció, no llegó ese cuarto tanto pero el partido acabó con el triunfo hispalense, con el fin de la mala racha fuera de casa 13 meses después y con el fin de algunos fantasmas que rondaban la figura de Unai Emery, justo en las vísperas del derbi.