Europa al cuadrado

Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha goleado al Español este domingo en un partido difícil y complicado por las circunstancias, entre dos citas de enorme calado ante el Oporto y previo a un derbi. El triunfo además lo reafirma en la quinta plaza y lo hace opositar incluso a la cuarta, aunque ahí depende más del Athletic. Un Sevilla cansado, física y mentalmente, se sobrepuso a sus limitaciones y condicionantes para vapulear con pegada y calidad, la exhibida por Marin y Gameiro en el tercer gol, al conjunto periquito. 

Son partidos como el de este domingo, o como lo fue el de Almería o el del Valladolid, los que testan la madurez de un equipo, la madurez de un equipo que se mantiene competitivo en Europa y que crece y no deja de crecer en la Liga a costa de resultados positivos. Son siete victorias de los últimos nueve partidos, es decir, 22 puntos de 27 ni más ni menos. Más allá de la mácula de Vigo, lo cierto es que desde hace semanas el Sevilla muestra una impresionante solidez. Ya sea desde la defensa, desde el buen juego, que lo ha habido, o desde la calidad y la pegada. De esto último ha tenido mucho la victoria ante los catalanes. Porque sin hacer un buen partido el conjunto hispalense tiró de efectividad, principalmente de Gameiro, con dos goles. También anduvo acertado en defensa, porque a pesar de los peligros del Español, a pesar del penalti un tanto absurdo de Fazio y los fallitos de Diogo, Pareja se mostró sobrio, mejorado, y Alberto también seguro. Es decir, que si bien es cierto que el Sevilla no hizo un partido tan brillante como para golear, lo cierto es que fue justo ganador y tampoco es que sufriera en exceso, aunque durante fases del partido todo se le puso de cara.

El Sevilla planteó el partido de forma diferente a como acostumbra, determinado absolutamente por las rotaciones efectuadas por Emery, que dejó fuera del once a Carriço, Reyes, Marin y sobre todo Rakitic. A cambio, dipuso un once con presencia arriba, con llegada por los laterales y con ayuda de los interiores en la construcción, deficitaria sin el croata en el campo. La cuestión era llevar a gente a posiciones de remate, otra cosa era como hacerlo con la pelota, pero principalmente las vías eran las bandas.
De entrada la fórmula no funcionó en absoluto, porque el Español arrancó muy fuerte, buscando al rival arriba, y atosigó al Sevilla, que tardó además en despertar. Suerte que en esos quince minutos que se desperezó el conjunto de Emery el equipo catalán o no acertó o anduvieron acertados los zagueros, y tuvo ocasiones para hacerlo de sobra el equipo periquito.
Pero a partir de los 15 minutos es verdad que el Sevilla empezó a mejorar. Donde Trochowski fallaba, empezaba a tocar con peligro. Donde Iborra y M'Bia estaban imprecisos, comenzaron a dar salida a la pelota, y así, activándose uno a uno los jugadores del Sevilla con la pelota, el partido se comenzó a poner más de cara. De hecho, por ejemplo, un disparo lejano del alemán originó un córner que remató M'Bia a gol con la colaboración del meta Germán, sustituto del sancionado Casilla. Todo se confabulaba para que el Sevilla se pusiera en ventaja, en el resultado y en el campo. También la fortuna, porque una falta rasa de Simao se estrelló en el palo. A partir de ahí tuvo mejores minutos, con un Bacca que aparecía en ocasiones contadas pero apreciadas. Hasta el árbitro se alió con los intereses locales porque Del Cerro Grande eludió una pena máxima a Sergio García de forma un tanto inexplicable. Pitó falta fuera del área de Alberto, que la hubo, pero al dar la ley de la ventaja luego hubo otra falta ya de Pareja que no sancionó el colegiado.
Aprovechó el equipo de Emery ese regalo. Sin ser brillante daba sensación de peligro cada vez que llegaba al área rival, entre otras cosas porque también el Español notó las bajas en defensa (Colotto, Héctor Moreno) y de eso se aprovechó de forma ejemplar Gameiro, que justo antes del descanso hizo un buen gol tras controlar de forma impecable con el pecho un pase de Vitolo y rematar a gol. Lo hizo con relativa comodidad porque Sidnei y Rodríguez picaron y fueron a tapar el primer palo y el francés se buscó el espacio a la perfección para hacer sel segundo y, parecía, calmar el partido con el 2-0.
Solo lo parecía, porque todos los planes que pudiera hacer Emery tras el descanso se vinieron abajo apenas tras unos segundos, los que tardó Diogo en despejar mal y Fazio en precipitarse al hacer un penalti a Stuani que, esta vez sí, Del Cerro Grande señaló. Y Sergio García lo transformó.
A partir de ahí el equipo nervionense vivió los peores momentos del encuentro, justo como en el arranque de la segunda mitad. Sufrió porque además los cambios mejoraron al Español, sobre todo el de Córdoba, que llevó inquietud e incertidumbre a la defensa hispalense. Alguna ocasión hubo de peligro, pero se rehízo bien la defensa local o Beto, que más o menos ortodoxo solucionó la papeleta.
El Sevilla mantuvo el encuentro en la cuerda durante muchos minutos, sobre todo porque se veía a algunos jugadores cansados o superados físicamente por un rival más entero. Pero se sostuvo el equipo sevillista, se sostuvo defensivamente y con los minutos incluso empezó a llegar con más peligro a la contra. Tuvo que esperar quizás demasiado, pero la paciencia fue premiada con una jugada de tiralíneas y exquisita. Gameiro se revolvió en la línea de tres cuartos, encaró, la soltó a Marin, empezó la carrera y recibió una devolución de muchos quilates que resolvió con la misma exquisitez, a la francesa. Jugada para enmarcar y partido cerrado desde la calidad.
El tercero ya cerró el encuentro pero incluso hubo tiempo también para celebrar un cuarto, de Rakitic, que servía para engrandecer a un Sevilla que en la Liga, a pesar de la mácula de Vigo, va como un tiro. Prácticamente amarra la Liga Europa y además acecha ya al Athletic, del que se pone a tan solo tres puntos, eso sí, con los vascos con un partido menos.
Eso en la Liga, en Europa, la conjura ya ha comenzado, desde el corazón del Sánchez Pizjuán.