Europa se hace hostil

El Sevilla se ha metido en un lío, se ha complicado la vida en su grupo y se verá obligado a disputar un partido definitivo en el que se jugará su clasificación a la siguiente ronda ante un crecido Rijeka, que sí ganó sí este jueves y llegará con sus opciones al Sánchez Pizjuán. Cayó el Sevilla y se echó a perder desde el inicio del partido con un planteamiento bastante timorato y reservado, con el que el conjunto nervionense asistía, pero no actuaba. En ningún momento quiso el papel protagonista el conjunto de Emery, ni quiso el balón ni pareció ir a por el partido. Y lo pagó caro, se vio con el resultado en contra y reaccionó tarde y mal.
La primera parte del partido fue soporífera, realmente mala. Varios hechos causaron tal espectáculo. Por una parte el Feyenoord arrancó presionando muy arriba y dejando poco espacio para la maniobrabilidad del Sevilla, lo que provocaba constantes balones largos sin ton ni son en las filas nervionenses; por otra, los de Emery respondieron con una presión arriba que, ante la falta de calidad en la salida de la pelota de los locales, causó el efecto de la imprecisión de los arlequinados. Es decir, el partido venía a ser una ida y vuelta de la pelota sin demasiado sentido y sin nadie que tomara el control del duelo, salvo excepciones muy contadas de Clasie o de Krychowiak. A todo esto se le unieron unas actuaciones individuales desastrosas de Gameiro, Aspas, Denis, Reyes y todo el que mirara hacia la portería rival en el Sevilla. Tampoco en la defensa hubo mucho mérito, de hecho Kolo se mostró demasiado inseguro, pero los centrales estuvieron firmes y Coke se redimió de algún error anterior sacando una difícil pelota y evitando el gol en el minuto 45. Quizás lo único rescatable en la primera parte fue la seguridad de Sergio Rico, que ofreció mucha tranquilidad a los suyos.
El partido del Sevilla, malo de solemnidad, no cambió, tristemente, hasta que recibió un gol en una acción que fue buena descripción del partido, un despropósito. Fallo tras fallo, la pelota seguía en botas de jugadores del Feyenoord, hasta que entre un rebote y otro la pelota llegó al área chica del Sevilla y Rico quedó vendido. Muchas circunstancias se dieron, y se unieron, pero el Sevilla no hizo lo que debía para evitarlo. Un poco el resumen del partido hasta ese momento. Las cosas ocurrían porque el Sevilla dimitía del partido, más que por mérito de los locales. Echó a perder el encuentro el equipo nervionense durante una hora y se vio obligado a reaccionar, a ponerse las pilas en ambiente hostil, algo que debió hacer de entrada y que comenzó a hacer en el minuto 60, con dos cambios para marcar la tendencia. Salieron Bacca y Deulofeu por Denis y Aspas, nulos ambos, en especial este último, que incomprensiblemente además se enfadó con su sustitución.
A partir de ahí lo intentó el Sevilla, tuvo llegadas y hasta un gol, injustamente anulado por el árbitro, bastante caserete durante el encuentro por cierto. Un mal control de Bacca por allí, un fuera de juego por allá e imprecisiones por más allá fueron los intentos nervionenses, infructuosos y con poca claridad. Para colmo, el Feyenoord sentenció el encuentro en un balón suelto en la frontal que aprovechó El Ahmadi para soprender a Sergio Rico, que midió y se colocó mal y facilitó la labor del jugador local.
El partido se acabó con ese resultado y ese castigo justo a un Sevilla que se verá apurado en la última jornada del grupo H, en el que se verá obligado a empatar o ganar para pasar a la siguiente ronda.