La pesadilla de Rotterdam, contada por los Biris

Se abren las puertas de la terminal de salidas del aeropuerto de San Pablo y se produce una explosión de júbilo. Son las ocho de la tarde y en sus rostros se refleja el cansancio y la tensión producidas por un viaje inolvidable a Rotterdam. Son aficionados del Sevilla que acaban de regresar de tierras holandesas, aunque lo que se dice tierra firme holandesa no la han pisado, si acaso apenas unos metros cuadrados de una sala inhóspita de la comisaría de Policía de Veilingweg.

Ha sido un viaje inolvidable, aunque muchos de ellos harán lo posible por tratar de olvidarlo cuanto antes. Fueron detenidos nada más entrar en Holanda y no se bajaron del autobús hasta que llegaron a la comisaría. El Sevilla, su Sevilla, la razón por la que muchos de ellos realizaron el viaje estaba jugando a unos pocos kilómetros en el estadio De Kuip, pero ellos ni siquieran tuvieron la opción de escucharlo por la radio. Eso, quizás, sea lo único positivo, se ahorraron un buen cabreo viendo el nivel que ofreció el equipo.
Faltaba escuchar su versión y hoy mismo, a su llegada, hemos tenido la oportunidad de hablar con uno de ellos. Se identifica como miembro de los Biris y nos adelanta que en breve van a sacar un comunicado explicando su versión. Aún así, nos cuentan lo fundamental del asunto. No es fácil, alguno de sus compañeros le insiste en que es mejor que no hable, pero tiene ganas de contar cómo vivió la pesadilla. Se sienten maltratados por el Sevilla, y abandonados. Aseguran que no vieron a nadie del club en la comisaría y que tuvieron que pagarse de su bolsillo los 50 euros de multa, el 'rescate' que exigía la policía para su liberación. Aclaran, además, que no llevaban armas, que la policía holandesa actuó por puro capricho. Aquí, como decimos, nos limitamos a transmitir su versión.
El mosqueo con el club es importante. No entendieron que no se vendieran entradas en el Sánchez Pizjuán y tampoco han entendido el desamparo al que creen que se vieron sometidos por parte de la entidad nervionense. El club ha dado sus explicaciones, pero sin suda lo sucedido en Rotterdam echa un poquito más de sal si cabe a la herida abierta entre el club y los aficionados que pertenecen a los Biris.
Están agotados tras una mala experiencia, pero encuentran la energía necesaria para hacer lo que más les gusta, animar y vibrar. La madre de uno de ellos recibe la ovación de la noche, del viaje diríamos. La ovación que debía haberse llevado Bacca, Reyes, Denis, o Sergio Rico, pero que esta vez fue imposible.