Golpeado, pero vivo
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Emery: "El gol final nos permitirá disputar un partido bonito en el Pizjuán"
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Navarro: "A la afición no hace falta llamarla, ya sabemos que el Pizjuán será una olla"
Sergio le ganó la partida a Emery porque entendió mejor lo que precisaba el partido, defensa y contra, y cada jugador del Espanyol puso más sobre el césped que los del Sevilla. Mal Denis, mal del 1 al 92, Reyes y Vitolo, que más que luces sombrearon el juego sevillista. Apenas le dieron fútbol, y lo pagó el equipo. Mucho. Y mal la defensa. Un Pareja extrañamente nervioso y un Arribas dando la de arena, que empiezan prodigarse más que la de cal en el exjugador de Osasuna, debilitaron a la zaga, en la que Sergio Rico fue casi el mejor.
El Sevilla salió al terreno de juego una revolución por debajo de lo que, por ejemplo, demostró ante el Málaga. No tuvo tanta intensidad, sobre todo en ataque, ni tanta movilidad ni tantas ideas. Sí que se hizo con la pelota (31%-69%) en la primera mitad, pero durante bastante tiempo no pisó apenas el área contraria y circulaba la pelota en zonas muy inocuas. Además, faltó velocidad de conducción, sobre todo en Denis Suárez, que no leía bien el encuentro ni le daba el tempo adecuado, y en Reyes, que tampoco encontró vías de penetración entre los rivales. Y que estos dos jugadores no estuvieran lúcidos arriba acortaban las posibilidades de ataque. No es que estuviera mal el Sevilla, porque a su ritmo, lo intentaba, pero no estaba a su máximo nivel, exigible para superar a este Espanyol, que además tuvo la fortuna, el acierto y la calidad de marcar un gol, un golazo apenas en su único acercamiento peligroso. Se revolvió el ecuatoriano con la comodidad que le permitió Pareja, muy dubitativo en su regreso, y la clavó a los 17 minutos. Eso fortaleció la idea defensiva de los locales, acrecentada ante el romo ataque sevillista. Con todo, Denis mandó una pelota al larguero de falta y alguna llegada de peligro tuvo también. Pero sin claridad real. Porque además, Gameiro, buen delantero con espacios, no ofrecía soluciones con la zaga periquita tan cerrada. Para rematar, en un partido que pedía jugar más por fuera, para abrir las filas locales, Navarro ofrecía poca llegada y Aleix tampoco se prodigó en los primeros 45 minutos.
Unai Emery intentó, con los minutos, abrir el campo en el ataque. De entrada quitó a Reyes, metió a Bacca y recompuso el sistema para parecerse más a un 4-4-2 que a un 4-2-3-1. Pero ni así logró el Sevilla meter miedo al Espanyol, que cumplía su guión a la perfección. Quiso un partido cerrado y lo tuvo, con el marcador a favor además, y luego en la segunda parte buscó los espacios de manera descarada, a la contra. Y los encontró, porque el equipo nervionense empezó a caer en la inopia continua, en la nada ofensiva, sin retorno, y los veloces futbolistas locales (salieron Stuani y Lucas) se aprovechaban la displicencia de los jugadores de ataque sevillistas. Se ponía el partido de hecho más para que el conjunto de Sergio ampliara su ventaja antes que los de Emery acortarla. Y así sucedió.
En una mala acción de Arribas de inicio a fin, el Espanyol encontró un penalti que se convirtió en un golpe demoledor para el Sevilla. Sergio García anotó y disparó al corazón de los sevillistas, que quedaron absolutamente KO. A raíz de ese tanto llegaron en oleada las contras periquitas, una tras otra. Sergio Rico salvó dos clamorosas antes de que en otra conducción cómoda de Sergio García se convirtiera en el tercer tanto, de Lucas, que prácticamente mataba la eliminatoria.
El Sevilla, con más corazón que cabeza, lo siguió intentando, y en un saque de esquina, con una prolongación de Iborra, se enmarañó una jugada que acabó por suerte para los hispalenses en la red, con tanto de Bacca. Y hasta pudo Denis Suárez hacer el 3-2 en el minuto 92. Pero el gallego, negado toda la noche, la falló de forma inexplicable.
El caso es que al menos ese tanto de Bacca permite a los sevillista acudir al partido de vuelta con esperanzas de remontada. El Espanyol golpeó al Sevilla duramente, pero lo dejó vivo. Vivo para pelear.