El timón de Aspas endereza al Sevilla
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Ganó el Sevilla y ganó un delantero, Iago Aspas, que volvió a la titularidad ante el cansancio de Bacca y la lesión de Gameiro. Y fue decisivo, porque marcó el tanto definitivo de un encuentro en el que estuvo participativo, rematador y activo. Tanto como para reivindicarse y pedir minutos, no se sabe si los que no ha tenido o los que puede tener, pero tenerlos al fin y al cabo. Se sumaron al barco otros, pero sobre todo no se cayó la nave sevillista, que sigue enfilando buen rumbo en la Liga.
El encuentro fue todo lo movido que no fue el del pasado jueves entre los mismos equipos. Para empezar, el Sevilla encontró el remate asiduamente, cosa que parecía una quimera en la Copa. Y combinaba cerca del área con cierta soltura. Evidentemente, había razones para ello. Si por un lado el Espanyol no era el del jueves, ni en nombres ni en fuerzas ni en disposición, el Sevilla tampoco lo era. Había nuevos integrantes en el ataque, que por soltura o por frescura desarbolaron continuamente a la zaga catalana, que se vio bastante agobiada en el arranque del partido.
Por todo ello se enfadaron tanto los nervionenses cuando encajaron el gol que adelantaba al Espanyol al cuarto de hora. Los de Sergio apenas habían movido un dedo pero se encontraron con una acción que les permitió adelantarse e incluso les debió permitir quedarse en superioridad. El error incalificable de Diogo permitió a Salva Sevilla recortar cómodo en el área a Beto y que este lo parara como buenamente pudo antes de marcar, con una patada al abdomen. Stuani no falló, pero sí González González, para bien del Sevilla. No era el primer borrón del árbitro, que ya se había comido antes un penalti a Aleix.
Parecía increíble, por el juego, que el Sevilla estuviera por debajo en el marcador y casi dando gracias. Pero, cosas del fútbol, Diogo quiso redimirse de su tremendo error con un golazo espectacular. Va a tener que jugar siempre ante el Espanyol el luso, porque si el jueves marcó de vaselina, este domingo lo hizo con un espectacular disparo desde media distancia, desde unos 40 metros y acostado a la banda. Sorprendió el disparo-despeje a Casilla y empató el Sevilla. Ese tanto dio alas al equipo hispalense, que no tardó en imponer su ley futbolística y culminar la remontada con una buena jugada que remató Vitolo. El mismo Casilla, que evitó antes algún que otro gol de Aspas, firmó la tendencia del partido al ver la roja directa al tocar la pelota con la mano tras un remate lejano de Aspas. Gran asistencia de Banega, por cierto. Pudo ver también la roja Cañas poco después por doble amarilla, pero González González ya se había desquiciado del todo.
Parecía encarrilado el encuentro para el equipo hispalense en la segunda parte. Superior en lo futbolístico, superior en lo numérico, el equipo sevillista se sintió cómodo, demasiado, y se sintió con el encuentro en el bolsillo antes de tiempo. Antes de tiempo porque no consiguió el equipo hispalense rematarlo. Se toparon con los palos Aspas e Iborra, bajó enteros el Sevilla físicamente, pese a que el rival estaba con diez, y creció el Espanyol alimentándose de contras que permitía el equipo local con cierta desidia a veces. Tanto, que incluso encontró el empate el equipo periquito, en un magnífico tanto nacido en una pérdida en la medular de Iborra.
Se venía abajo el Sevilla con diez minutos por delante, sin Beto, lesionado y cambiado al descanso, y con un tremendo nerviosismo en el campo, en la grada y en el banquillo. Se fue casi a la desesperada arriba el equipo hispalense, ya con la ayuda de Carlos Bacca, a la postre decisiva. Porque el colombiano recibió una pelota en tres cuartos de campo y de repente se inventó una jugada que acabó con el trascendental y vital gol de Iago Aspas, con magnífica asistencia del sudamericano.
Todavía quedó tiempo para que el Sevilla tuviera algún susto y también para que pudiera incluso marcar alguno más, pero no para que se le escaparan los tres puntos, lo importante en este momento después de la eliminación copera. El Sevilla se agarra a la Liga y a la cruenta pelea por la cuarta plaza.