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El día que Mónaco proclamó al cielo su sevillismo
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El día que Mónaco proclamó al cielo su sevillismo

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Ángel Aguado

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Cuentan las lenguas antiguas, que un 14 de octubre nació una ilusión... Una ilusión, un sentimiento, que se ha desbordado en el sevillismo durante los últimos 10 años de su historia. Época en la que una entidad centenaria como el Sevilla FC explotó su potencial tanto en España como en Europa, y que desde entonces, se codea con los equipos más importantes del continente. Este martes mide sus fuerzas ante el todo poderoso FC Barcelona, en una final que no será inédita. Precisamente, este encuentro ya tuvo lugar en 2006... Y se saldó con victoria blanquirroja por un aplastante 0 a 3 para el plantel por entonces entrenado por Juande Ramos. Aquel equipo pasaría a los anales de la historia, y el actual, lucha por imitarlo.

Pese a que ninguno de los 24 futbolistas que confeccionan el actual bloque sevillista (25 si se tiene en cuenta a Juan Muñoz) formaban parte de aquella apisonadora balompedística, a buen seguro que la gran mayoría recordará la gesta. Y si no, ahí está el entrenador para recordárselo. Al igual que en la presente edición, en aquella llegaba el FC Barcelona como el gran favorito para alzarse con el título de Supercampeón de Europa, y lo hacía ante un Sevilla recientemente vencedor de su primera Copa de la UEFA (nueve años después, ya suma cuatro). En sus filas contaba con los mejores jugadores del panorama mundial, comandados por el FIFA World Player Ronaldinho, y un elenco de estrellas compuesto por Eto'o, Deco, Iniesta, Xavi, Puyol, un precoz Messi, Rafa Márquez, Giuly... Y muchos más. Siempre a las órdenes de Frank Rijkaard, que pocos meses antes había llevado a sus pupilos a la consecución de la Champions League.
Pero precisamente ante ellos se plantaba sobre el verde del Stade Louis II de Mónaco (sede fija de la Supercopa hasta 2012) el hasta ahora mejor plantel de la historia del Sevilla FC. Una fila de guerreros con una calidad hasta entonces no contemplada en el Ramón Sánchez Pizjuán, que daría un auténtico baño de fútbol y de goles a los culés. Aquel día, un 25 de agosto de 2006, Juande Ramos salía con Palop en portería; Daniel Alves, Javi Navarro, Julien Escudé y David Castedo en la zaga; Jesús Navas, Christian Poulsen, Renato y Adriano en la medular; Frédéric Kanouté en la mediapunta y Luis Fabiano como hombre más adelantado. Una alineación entonada de memoria por los sevillistas tal cual el abecedario en preescolar. Y en el banquillo, capitaneados por 'La Zurda de Diamantes' (Antonio Puerta), hombres como Enzo Maresca, Pep Martí o Ivica Dragutinovic esperaban su oportunidad.
El encuentro comenzaba con dominio azulgrana en sus primeros compases, aunque el Sevilla se chafó rápidamente de ello. A los 7 minutos de juego, Christian Poulsen robó un balón en la medular (uno de tantos, pues acabaría secando a Ronaldinho) y encontraba entre líneas a Luis Fabiano. Ahí, en línea de tres cuartos, comenzaba a presagiarse el peligro. 'O'Fabuloso', como era popularmente reconocido en Brasil, buscó una pared al primer toque con su compatriota Renato, que le dejó completamente solo frente a Valdés, que detuvo su remate. Pero para desgracia del arquero culé, el rechace fue a parar de las botas del mediocampista de Santa Mercedes, que la empujó a placer para adelantar a los suyos. Primer mazazo recién comenzado el partido.
Fue entonces cuando el Barcelona, dolorido en su orgullo, comenzó a apretar y a increpar la portería siempre bien defendida por Andrés Palop. Fueron varias las acometidas de Ronaldinho, Messi y Eto'o, pero unas veces el portero valenciano, y otras los zagueros evitaron el empate. Los de Rijkaard siguieron intentándolo sin suerte, pues fue el Sevilla quien volvía a golpear al todopoderoso conjunto catalana. En el minuto 45, cuando ya muchos aficionados encaraban los servicios, un saque de esquina repelido por Valdés era prolongado por Jesús Navas en la frontal, y Kanouté, con un bello gesto técnico de espaldas, cabeceaba hacia la red con una vaselina al portero el segundo tanto de los de Juande. El delirio sevillista aumentaba, marchándose a vestuarios con una renta considerable.

El segundo tiempo siguió una línea bastante pareja. La hinchada blanquirroja enmudeció a la azulgrana en las gradas monegascas conforme el reloj recortaba los minutos. Unos minutos que jugaban a favor del que se iba a proclamar por primera vez en su historia como Supercampeón de Europa. Juande Ramos daba entrada al campo a Antonio Puerta, Enzo Maresca y a Pep Martí. Precisamente de los dos primeros partiría el tercer y último tanto del partido. Ya en el cenit del mismo, el habilidosísimo canterano driblaba a Puyol en la línea lateral izquierda, adentrándose en el área para encarar portería. El buen zaguero culé, como último recurso para evitar el tanto, se vio obligado a placarle realizándose un penalti celebrado como medio gol en el banquillo nervionense. Sería Enzo Maresca, bigoleador en la primera UEFA, el encargado de transformarlo sentenciando así un choque que desde el minuto 7 tenía a un claro ganador. E incluso desde el uno, pues el Barcelona infravaloró a una bestia dormida que terminó por darle de su propia medicina al campeón de Europa. E incluso hubo tiempo para más. Probablemente, de haberse concretado esta obra de arte, se estaría hablando de uno de los mejores goles de la historia. Pero ésta, caprichosa como pocas, quiso darle la espalda a 'La Zurda de Diamantes' en su momento de gloria. Antonio Puerta ya en el descuento, sentó hasta a tres defensores en una maravillosa jugada individual para plantarse completamente sólo frente a Víctor Valdés, que anduvo listo y desvió con la punta de los dedos el que habría sido el cuarto tanto del Sevilla. Fue entonces cuando Stefano Farina, colegiado del envite, decretó el final.
Un precedente que seguro servirá de motivación a los futbolistas de Unai Emery, que si bien es cierto que saldrán al césped del Boris Paichadze Dinamo Arena muy mermados por las bajas en defensa, lo darán todo para repetir la gesta y alzar al cielo de Georgia la segunda Supercopa de Europa para el club de Eduardo Dato. Será la cuarta final de esta competición para los sevillistas, que ya perdieron una ante el AC Milán pocos días después del fallecimiento de Antonio Puerta, en uno de los días más tristes para el sevillismo, y la temporada pasada ante el Real Madrid en Cardiff. Ahora esa tristeza, con el canterano en el tercer anillo, ha vuelto a tornarse en felicidad tras el periplo triunfal de los de Unai Emery, que ante un rival de grato recuerdo, tratarán de estampar su nombre una vez más en la historia de los grandes del fútbol mundial.

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