La noche de Sergio Rico

Sergio Rico se giró a la grada y gritó con fuerza, con ese gesto que también mostró tras ganar el Sevilla al Barcelona. Se giró, gritó y se encontró una grada entregada, que le correspondió en ese gesto de rabia y que cruzaba sus miradas llenas de rabia a la vez que de felicidad. Detrás de Rico, a su espalda, Álvaro Morata se lamentaba, y no era la primera vez, por toparse con el portero.

Porque Sergio Rico se hizo inmenso cuando en el área chica achicó, valga la redundancia, los espacios, se lanzó sobre Morata y desvió con su cuerpo una pelota que se colaba y que ya veían dentro los juventinos.
Y no fue la única. En la primera mitad, ya salvó un par de claras oportunidades, además de la que perdonó Morata. Pero sobre todo fue en la segunda parte cuando se convirtió en decisivo. A Morata le sacó dos remates claros de gol, a Pogba uno con el pecho a un metro de la portería, y por si no fuera poca su labor, anduvo seguro en los balones aéreos, faceta en la que parece haber mejorado.
Fueron en total ocho paradas, la mayoría de ellas decisivas. Ocho paradas que mantuvieron al Sevilla vivo en el partido y, finalmente, vivo en la Europa League.