Messi se carga un buen guion de Emery

El Sevilla ha mirado cara a cara al Barcelona. Ha competido, ha peleado y ha tenido sus ocasiones, a pesar de perder. El Sevilla hizo un buen partido en el Camp Nou, de los mejores de las últimas temporadas, a pesar de perder. Y el Sevilla puede sacar una lección positiva de este encuentro pensando en la final de la Copa del Rey, porque puso en problemas a su rival, a pesar de perder. Pero el Sevilla perdió, y sigue sin ganar fuera de casa en la Liga, ya es el único tras el triunfo de Las Palmas, a pesar de su buena imagen. Y aunque el partido del Camp Nou no es ni mucho menos detonante ni responsable de la mala racha a domicilio, lo cierto es que el equipo nervionense parece dejar ir la cuarta plaza y la pelea de la Champions League (a 11 puntos el Villarreal), a pesar de haberse mostrado competitivo ante el Barcelona.
Esto último es lo peor de una derrota de esas que, siendo amargas, dejan algunos restos dulces en el paladar. Porque buen regusto debe dejar competir ante el Barcelona, defender con orden, truncar la maquinaria de fútbol culé, frenar a Neymar, a Suárez, y llegar al área hasta el punto de crear varias ocasiones de verdadero peligro. Perder siempre es amargo, pero el Sevilla manda un mensaje a pesar de todo ello, compite, sigue vivo y allá donde pueda, donde le alcance, peleará y competirá para lograr lo máximo.
Como mensaje positivo mandaron algunos jugadores (enorme Iborra, bien N'Zonzi) y desconcertante sigue siendo el de Sergio Rico, que igual que se come faltas por doquier saca manos a manos ante los mejores delanteros del mundo.
El Sevilla completó un buen partido en Barcelona y el planteamiento de Emery puso en muchos problemas al líder de la Liga
El planteamiento de Unai Emery en el Camp Nou fue notable. Si había una forma de hacerle daño al Barcelona, posiblemente fuera la que utilizó el técnico nervionense, que plantó a su equipo con dos líneas de cuatro hombres bien trazadas, adelantadas, acortando los espacios, con los jugadores cerca de otros asistiendo a todas las ayudas y también prestándose a la hora de sacar la pelota para encontrar las opciones sin que el balón quemara. De hecho, los primeros minutos del Sevilla fueron bastante buenos, tanto como para gozar de las ocasiones principales y plantarse con relativa asiduidad en el área de Claudio Bravo. Para ello era fundamental la velocidad de Gameiro, los balones ganados por arriba de Iborra y las buenas actuaciones, entre otros, de Tremoulinas, que se sumaba con criterio al ataque, y de N'Zonzi, fundamental tanto en el robo como en la salida airosa de la pelota desde atrás superando la presión azulgrana.
En realidad, el Sevilla era mejor que el Barcelona en esa fase del partido, porque defendía bien y salía con peligro. Solo encontró el Barcelona la oportunidad en una jugada a balón parado, curiosamente. Por dos veces se aliaron los palos con el Sevilla, primero en el saque de esquina directo de Messi y luego en el impresionante remate al larguero de Luis Suárez. La pelota no entró, y eso siguió dando ventaja al conjunto hispalense, que se la cobró en el marcador en una magnífica jugada a la contra que acabó con una asistencia de Tremoulinas y un remate de Vitolo.

El Sevilla, superior hasta que apareció Messi 

El 0-1 no cambió de inmediato el partido, a pesar de que de un momento a otro se esperaba la reacción azulgrana. De hecho siguió disfrutando de llegadas el conjunto andaluz, aunque también empezó a aumentar las revoluciones del partido el Barcelona, o más bien Messi. El argentino decidió resolver de un plumazo los problemas en la creación del juego culé. El Sevilla dejaba que la creación local empezara por el menos facultado, Mathieu, pero ejercía presión incesante sobre Sergio Busquets, y Arda y Sergi Roberto no acaban de entender lo que sucedía. Así, pocas veces llegaba la pelota a los tres magos. Pero Messi empezó a intervenir en zonas más retrasadas, más centradas, y el Barcelona empezó a encontrarse. Eso, unido a que los sevillistas empezaron a encontrar problemas para salir a la contra como al comienzo del partido, convirtió el choque en unidireccional, y además el gol de Messi, cómo no, de falta, cómo no, y a Sergio Rico, cómo no, respaldó toda esa crecida de juego blaugrana. La buena ejecución del argentino en la falta del gol no exculpa a un Sergio Rico que volvió a dejar sin protección su palo. Otra falta más que se cuela en su meta, una suerte en la que tiene graves deficiencias el meta.
El Sevilla agradeció el descanso, pero tras el mismo recibió 2-1 definitivo
Con tal panorama agradeció el Sevilla el descanso, porque además ya se le veía menos fresco físicamente. Pero viendo cómo arrancó la segunda mitad, no se alegró tanto posteriormente. A las primeras de cambio, en un balón suelto en el área tras un saque de esquina, el Barça montó una segunda jugada en la que se quedó suelto, sin marca, Piqué, que aprovechó para marcar en el área chica. 
El Barcelona le había dado la vuelta al partido, y es cierto que sin haber podido armar su maquinaria de juego. Pero aún así, estaba por delante en el marcador. Pero si el lado malo era que el conjunto de Luis Enrique estaba por delante en el marcador sin quizás haber hecho demasiados méritos para ello, el lado bueno era que el Sevilla, con su labor, era el que impedía la mejor versión del Barcelona. Y eso seguía teniendo incidencia, porque los de Emery estaban el partido, muy pero que muy metidos. Es más, hasta echó de menos el empate en un par de ocasiones, una muy clara de Gameiro, que bien pudieron equilibrar de nuevo el encuentro. 
Emery quiso ser ambicioso con los cambios de Konoplyanka y Juan Muñoz, y aunque no le dieron el resultado esperado, el Sevilla siguió llegando
Emery tiró de cambios y fue ambicioso, porque además el partido invitaba a ello, salieron Konoplyanka, errático, y Juan Muñoz, casi desapercibido. Con todo, con mayor o menor incidencia en el partido, el Sevilla siguió siendo competitivo. Concediendo ocasiones, claro está, pues el Barcelona encontraba el peligro en su tridente y también pudo marcar. 
El final del encuentro fue una lucha entre la intención culé de circular la pelota, de tenerla (salieron Iniesta, Rakitic), y la del Sevilla de robarla y seguir saliendo y llegando al área de Claudio Bravo. Y aunque llevaba la ventaja en el marcador, en el juego tal superioridad no era tal, y tuvo que lamentar algunos balones sueltos en el área, algunos remates perdidos que pudieron dar un empate al Sevilla que habría sido merecido.
No pudo ser, pero si vale de algo, al menos, el Sevilla sí que sacó una lección del Camp Nou de cara a la final de la Copa del Rey. El equipo de Emery compitió bien y pudo sacar algo de Barcelona. Al máximo nivel, a un partido, este Sevilla sí puede competirle al Barça.