El extraño e impredecible derbi-epílogo
A un tipo del Lejano Oriente, pongamos por ejemplo de Hong Kong, al que le gusta el fútbol pero que no es un gurú de la liga española y, por ejemplo, no sabe que el Sevilla FC y el Real Betis son de la misma ciudad –que no tiene por qué saberlo- y que se profesan una rivalidad casi sin parangón en Europa, el partido de este domingo en el Ramón Sánchez-Pizjuán no le dirá demasiado.
Los dos contendientes viven un poco en tierra de nadie en la clasificación. Los locales tienen lejos al que le precede y al que le sucede y, sobre todo, tienen en la Liga casi una inoportuna molestia de cara a alcanzar las metas que se propone de aquí a que acabe la temporada dentro de un mes. Por su parte, los visitantes certificaron la salvación hace cinco días y tiene cuatro jornadas por delante sin tensión clasificatoria.
Pero claro, si nuestro amigo hongkonés decide ponerse frente a la televisión a las 22.00 horas de su país –según Tebas es imposible que no lo haga-, no tardará en comprender que no se trata de un partido normal entre un séptimo y un decimotercer clasificado. Incluso puede que entre en Google para entender el porqué del ambiente tenso pero festivo que se vive en el estadio o la fuerza con la que se emplean los contendientes sobre el verde.
Ese es, sobre el papel, el guion de lo que se espera del derbi sevillano en cualquiera de sus capítulos. Y el de este domingo es uno más que sumar a una relación en la que han sucedido muchas cosas, pero a la que no se pueden emparejar adjetivos como anodino o insustancial. Incluso en los partidos entre el Sevilla y el Betis que han acabado sin goles y con apenas tiros a puerta, la lucha ha sido denominador común salvo que uno de los dos dimitiera pronto hundido bajo la losa de la presión para regocijo del íntimo enemigo.
Eso ha sucedido últimamente en las filas verdiblancas, que en tres de sus últimas cuatro visitas a terreno nervionense ha tenido que regresar a Heliópolis con las orejas gachas y goleado. Por ello en el beticismo se debaten entre la confianza por verse salvado y estar ante un Sevilla de los más heridos de los últimos años y la desconfianza por verse salvado y tener enfrente a un Sevilla herido. Es el sino del Betis, para los heliopolitanos cualquier argumento a priori beneficioso se le puede volver en contra en apenas una décima de segundo.
En la acera nervionense se afronta el derbi de una forma un tanto descafeinada y apenas la metedura de pata de Rami en la noche del miércoles le ha dado calor a la semana. La visita del Betis siempre está marcada en rojo en el calendario y es el partido en el que se destapa la quintaesencia del sevillismo en la grada del Sánchez-Pizjuán, pero en este caso no llega en buen momento. El equipo, lastrado por las lesiones y muy cansado, tiene la gasolina muy justa y en la vista tres o cuatro partidos mucho más determinantes que todos los que le quedan por jugar en la Liga, competición en la que tampoco puede despistarse demasiado si se quiere ahorrar sustos de última hora. Probablemente, Unai Emery habría querido cualquier otro rival de la Liga a estas alturas, pero el calendario es el que es y la afición no permite la relajación en citas como ésta, aunque piense más en el jueves.
El técnico vasco, además, debe lidiar con el estado físico de sus pupilos. Casi en cada partido tiene un susto debido a los problemas musculares que causa la acumulación de minutos en las piernas de sus futbolistas. Es lo que tiene llegar a finales. A priori, Emery pondrá en liza lo mejor que tiene entre sus filas, regresando al once el siempre esperado Kevin Gameiro y dando su lugar al ‘hombre derbi’, un José Antonio Reyes que puede estar ante su último encuentro ante el Betis, el equipo que más le tema en la faz de la tierra. En la lista, por cierto, está Fazio, que se vestirá de corto por primera vez en el Sánchez-Pizjuán desde su llegada. Al argentino no se le da nada mal el eterno rival, pero parte de la afición le espera con ganas tras su marcha a Londres. Quizás no sea el día para jugársela con él.
El Betis, por su parte, está a unas horas de ponerse las chanclas. Las que se habría puesto hace tres días si el rival de este domingo no fuera el Sevilla. La única gran baja para Juan Merino es la de Vargas, que se pierde su enésimo partido desde que llegara en verano. Por suerte para él, Martín Montoya sí se ha recuperado y partirá de inicio en el lateral zurdo. También se espera que sea titular Fabián, al que el linense ha rescatado del filial precisamente en el mismo día en que se juega el derbi chico. Todo lo que no sea que el palaciego sume minutos carecería de sentido teniendo en cuenta que el Betis B se juega la vida. Por lo demás, la hinchada visitante –que ha agotado las entradas puestas a su disposición- confía en la seguridad de Adán, la garra de Ceballos en sus primeros derbis, el despertar de Musonda y, sobre todo, en Rubén Castro. Todos ellos son responsables de darle a Merino un regalo después del encuentro que perpetraron en su debut en esta etapa, en la vuelta de la eliminatoria de los octavos de final de la Copa.
Con todo, el derbi sevillano siempre es impredecible. A priori, por situación clasificatoria y por historia reciente los locales llevan la vitola del favoritismo. Pero este derbi de la jornada 35 de la Liga 2015/16 llega en un momento tan extraño que no cabe esperar nada normal cuando Velasco Carballo –designación polémica la suya- mande que el balón eche a rodar. Entonces Sevilla vivirá durante 90 minutos más el descuento pendiente de él. Y después también. Hasta el próximo.
Alineaciones probables:
Sevilla FC: Sergio Rico; Coke, Carriço, Kolo, Escudero; Cristóforo, Krychowiak; Reyes, Banega, Konoplyanka; y Kevin Gameiro.
Real Betis: Adán; Cejudo, Bruno, Pezzella, Montoya; N'Diaye, Ceballos, Fabián; Musonda, Joaquín y Rubén Castro.
