Incómoda Liga

Todo lo que le queda al Sevilla esta temporada, todo lo bonito e interesante, no está ya en la Liga. Está en la Europa League, con el partido definitivo del próximo jueves, y está en la Copa del Rey, con la final del día 22. Y eso está en la mente y en las decisiones de todo el club. Desde el entrenador, que pone un equipo propio de un Torneo Carranza en Cornellá, desde los jugadores, que saben ya cómo y dónde emplearse, desde la entidad, que entiende dónde está ya el camino, y hasta la afición, que evidentemente comprende que en este encuentro ante el Espanyol el conjunto hispalense se haya dejado ir casi absolutamente. Pero es que además hasta la lógica está casi del lado sevillista. Siendo séptimo en la Liga, sin aspiraciones ni casi posibilidades de mejorar, a un solo paso de asegurar plaza europea, con una semifinal a la vuelta de la esquina, poco se jugaba el equipo de Emery en Barcelona.
De los canteranos Matos cumplió en el lateral izqueirdo, a Cotán le faltó físico para dominar la zona ancha y Curro solo dejó detalles Y eso se tradujo a la perfección en el campo, donde la mezcla entre suplentes, jugadores con menos minutos, reaparecidos y canteranos ofreció un resultado predecible, poco competitivo, poco peligroso, inocuo (ningún remate a puerta). A falta de los mejores jugadores del equipo, los que saltaron al campo comparecieron y parecieron, pero no fueron. De los canteranos apenas destacó Curro con algún detalle; de los menos habituales, Diogo, Llorente... demostraron porque no tienen minutos; y de los que habitualmente juegan, Coke, Iborra... se contagiaron por la inactividad del resto del equipo. En definitiva, un partido horrible, en general y en concreto del Sevilla, para olvidar y en el que afortunadamente no hay más que lamentar que la derrota.
Emery no despistó en absoluto con su alineación. Era toda una declaración de intenciones, una declaración en sí. Lo importante para el Sevilla es ya la Europa League, y luego lo será la final de la Copa del Rey. Su discreta temporada en la Liga se cerrará con una posición europea y por debajo de las expectativas, pero llegados a este punto lo más lógico e irreprochable es centrarse en la semifinal de la Europa League ante el Shakhtar. Y eso, traducido en el partido ante el Espanyol, fue un once plagado de suplentes y canteranos. Solo sonaban a habitual en el equipo Sergio Rico, Kolo y acaso Coke e Iborra. Cuatro de once. El resto de la alineación se la repartían entre canteranos (Matos, Cotán, Curro) y los que han tenido menos minutos (Fazio, Diogo, Cristóforo, Llorente). A pesar de todo, y a pesar del once venido a menos, el caso es que el Sevilla no empeoró la cara de otros partidos a domicilio. La realidad es que apenas pisó el área contraria, salvo algunas incursiones de Curro o algunos intentos infructuosos de Coke o Llorente. Y en defensa, curiosamente el más 'peligroso' era Kolo, que entre sus fallos propios y que se quedó noqueado algunos minutos tras un choque con Matos fue una máquina de perder balones y surtirlos a los periquitos.
Ocurría también que el Espanyol pelea por la salvación por algo, y por sí mismo era incapaz de generar peligro ante un Sevilla, eso sí, bien puesto y en el que los jóvenes al menos ponían ganas e intensidad. Así, el equipo de Emery casi se sintió cómodo defendiendo, porque era muy previsible el rival.
A pesar de la ausencia de los mejores jugadores del equipo, los menos habituales no dieron la talla y Llorente y Diogo volvieron a confirmar por qué no cuentan y casi no deben contar
Apenas unos minutos de aportación sevillista destacables en ataque, con un Coke activo en sus labores de interior y casi centrocampista y con algunas incursiones de Curro, de lo mejorcito entre los canteranos, mientras que Matos cumplía y Cotán se encontraba cómodo con la pelota pero limitado en la pelea física sin ella. No se puedo echar ninguna ocasión clara a la boca el Sevilla casi ningún remate, porque las mejores llegadas se contabilizaron por la banda derecha y ahí Diogo llegaba, pero las ponía a lo loco y sin precisión.
En la segunda parte, como no podía ser de otra forma por otra parte, el Espanyol se activó, elevó el nivel de revoluciones y adelantó más sus líneas. Sobre todo Asensio, que en ese maremagnum de mediocridad en el que se había convertido en el partido empezó a destacar, y no le resultó complicado. Encaró, disparó y desequilibró. Lo hizo todo de hecho en una sola acción. En un buen reverso disparó, la pelota se estrelló en el palo y Caicedo recogió solo el rechace para hacer el primer gol del encuentro y plasmar las necesidades de uno y otro en el marcador.
El Sevilla (ya con Pareja en el campo, que reapareció tras el descanso) contaba con pocos argumentos en el campo. Cotán lo intentaba, la pedía, pero no conectaba con los de arriba ni con los del centro del campo. Carecía el Sevilla de argumentos ofensivos y para una vez que encontró Iborra a Llorente este dio otro claro ejemplo de su lentitud, no solo de movimientos, también de pensamiento, pues dejó ir su ventaja antes siquiera de llegar a la pelota.
Aunque las sensaciones nervionenses no eran ni mucho menos de reacción tras el gol, Emery sí quiso poner algo más en el partido. Sacó a Konoplyanka y a Juan Muñoz por un, un día más, negado Llorente. Pero el Sevilla siguió sin generar absolutamente nada. Pau López bien pudo echarse una siesta porque no tuvo que emplearse para nada. Y en realidad tampoco le afectaba mucho. El conjunto nervionense ha asumido ya dos claras consignas. La Liga ya no tiene nada que ofrecer (aunque matemáticamente no está asegurada Europa) y fuera de casa mejor ya ni comparecer, por lo que la vergonzosa marca de cero victorias fuera de casa parece ya más cerca que nunca, solo San Mamés lo puede evitar.