Omnipresente Sarabia

Trabaja en silencio y el éxito será el que haga el ruido. En todas las plantillas existe un jugador de aparente rango menor que, sin llevarse los méritos ni poseer el valor más alto, hace funcionar al equipo. El Sevilla FC tiene la suerte de disponer entre sus filas a Pablo Sarabia, un futbolista que se ha consagrado en la entidad hispalense enrolado en un segundo plano, merced a la polivalencia que hace de él, un jugador indispensable en el esquema de Eduardo Berizzo.
Ante las necesidades, ahí aparece Sarabia. El madrileño llegó el pasado curso a Nervión, rentabilizando su fichaje a base de grandes actuaciones. En el presente curso y ante una titularidad que se presupone cara, el jugador aprovechó la atípica oportunidad brindada ante el Éibar y se consolidó como el mejor del encuentro. Con la ausencia de Éver Banega y la falta de ritmo de Pizarro, apareció junto a N'Zonzi en la sala de máquinas.
La inoperancia de ambos conjuntos alzó sobre el resto al ex del Getafe, que se ofreció constantemente a los zagueros para sacar la pelota jugada y nutrió de asistencias a la parcela ofensiva. Sarabia debutó en una posición inusual para él, que se une a las ya desarrolladas en el lateral y el extremo. Motivos más que suficientes para que Berizzo tenga en él, el comodín más efectivo de la plantilla.